domingo, 9 de abril de 2023

Diferencias y paralelismos ¿Calderón-AMLO no son iguales?



El Diario, 9 de abril de 2023 

Luis Javier Valero Flores 

No se parecen ¡Ah, pero cómo son iguales!

Por supuesto que hay un responsable político de la masacre del 27 de marzo en Juárez, en la que han muerto, hasta la fecha, 40 personas cuya única falta fue ser migrante: Es el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Lo es porque la política migratoria acordada por su gobierno, con el de los Estados Unidos, tanto con Trump, como con Biden, está acumulando un descomunal número de personas en las ciudades fronterizas del norte de México.

Deberá precisarse. Sí son migrantes, pero tienen una calidad distinta, son refugiados. Lo son porque López Obrador le aceptó a EU recibir a los migrantes solicitantes de asilo político, en tanto que les resuelven su estatus migratorio.

Acordaron una cifra de alrededor de 30 mil mensuales.

Lo hemos dicho reiteradamente, el gobierno mexicano, al aceptar tal acuerdo debió preparar lo necesario para recibir de golpe tal cantidad de personas y, en la mayor parte de los casos, durante largos meses.

Por eso, los funcionarios de migración abrieron cualesquier mazmorra para alojar a los refugiados, que eso eran la mayoría de las víctimas del 27 de marzo.

Después de la tragedia vino el presidente a Juárez.

No se reunió con nadie, fuera de los empleados de la Secretaría del Bienestar, en un ejercicio que efectuará con los del total de las entidades en las próximas semanas.

Está afinando, no el acarreo de votantes el día de las elecciones, sino que la entrega de los dineros de los programas del bienestar se haga puntualmente, sin contratiempos.

A lo mejor, y solo como una especulación, algunos de ellos se “ofrecerán” en tiempos de campaña para efectuar las visitas domiciliarias y conminar a votar por el partido del gobierno federal.

Solo como un dato. Hace días el periódico El Financiero dio a conocer los resultados de una encuesta para las elecciones a gobernador del Estado de México, en ella informó que el 73% de quienes dijeron recibir alguna de las becas del gobierno federal, votarían por Morena.

Amor con amor se paga.

Imposible no relacionar una cosa con la otra.

Años atrás, luego de la masacre de las Villas de Salvárcar (31 de enero de 2010), en la que asesinaron a 14 jóvenes, el presidente Felipe Calderón, desde el Oriente desestimó su importancia, dijo que había sido resultado de una refriega entre delincuentes.

Fue criticado soberbiamente, a tal grado que decidió efectuar una memorable reunión en Juárez, con la asistencia y participación de representantes de los distintos estratos y gremios del antiguo Paso del Norte, además de los deudos de las víctimas.

Juárez era, en esos momentos, la ciudad más violenta del planeta y ahí mataban al 30% de todos los mexicanos que caían abatidos en medio de la guerra de las bandas criminales y de la errática guerra lanzada por Calderón.

Luz María Dávila, madre de dos de los jóvenes asesinados y que se había puesto de espaldas cuando Calderón hablaba, le dijo:

“Discúlpeme, señor Presidente. Yo no le puedo decir bienvenido, porque para mí no lo es, nadie lo es. Porque aquí hay asesinatos desde hace dos años y nadie ni nada han querido hacer justicia. Juárez está de luto. Les dijeron pandilleros a mis hijos. Es mentira. Uno estaba en la prepa y el otro en la universidad, y no tenían tiempo para andar en la calle. Ellos estudiaban y trabajaban. Y lo que quiero es justicia. Le apuesto que si hubiera sido uno de sus hijos, usted se habría metido hasta debajo de las piedras y hubiera buscado al asesino, pero como no tengo los recursos, no lo puedo buscar”.

La reunión fue memorable porque en ella, quizá por primera vez, un presidente mexicano de la época moderna aceptaba participar en una reunión en la que se le increpó duramente; la mamá de los jóvenes no fue la única, hubo otras y en el curso de la reunión las silbatinas y los abucheos, tanto para el presidente, como para el entonces gobernador, Reyes Baeza, fueron pródigas. 

No les faltaba razón, Juárez vivía en un mar de sangre y balas. El día de la matanza de Salvárcar, esos mismos comandos ejecutaron a otros 7 juarenses.

Ante la justa exigencia de sacar al ejército de la ciudad, Calderón se negó rotundamente, lo defendió ardorosamente, como ahora AMLO.

Pero como estábamos a punto de iniciar la campaña electoral de ese año, Calderón propuso la creación de un programa bajo el nombre de “Todos Somos Juárez, Reconstruyamos la Ciudad”, en el que participarían representantes de la sociedad, agrupados en “mesas”.

Fue un proyecto muy ambicioso al cual se le destinaron poco más de 3 mil millones de pesos para solventar 160 compromisos del gobierno federal en materia de seguridad, desarrollo social, salud, educación y trabajo, que funcionarían con la participación de la sociedad. Nueve meses después el “Todos somos Juárez” era solo un membrete, al que le quedaban algunos rescoldos.

Juárez viviría todavía largos meses de sangre y balazos y las condiciones sociales seguirían igual, o peor.

El ejercicio de participación ciudadana con el presidente no se repitió, quedó como anécdota y en unos párrafos del siguiente informe presidencial de Calderón. 

Juárez siguió igual, la violencia y la fractura social nunca se fueron, se atenuaron algunos grados, hasta el siguiente episodio.



El de ahora con los migrantes.

¿Qué hizo el presidente López Obrador? Increpar a algunos manifestantes y migrantes, pero no se reunió, ni siquiera con el presidente municipal, Cruz Pérez Cuéllar, que es de su partido, ni con la gobernadora (a la que acusó de “agitadora”); ni con el cónsul norteamericano, ni con los empresarios, ni con los dirigentes de las organizaciones civiles que auxilian a los migrantes; tampoco con el comisionado del Instituto de Migración.

Con nadie. Pero tampoco anunció el cambio de la política migratoria, o por lo menos la toma de algunas medidas que paliaran la situación. Nada.

Y la situación se agravará con los días, porque la llegada de migrantes se mantiene, 200 diarios reporta la prensa, a partir de informes de las organizaciones derechohumanistas ¿Y cuándo EU les diga al 98% de los solicitantes de asilo político que se las ha negado, qué va a hacer el gobierno mexicano?

Conforme pasan los días y las semanas va delineándose nítidamente, con mayor crudeza, la dimensión de la tragedia del incendio del “Centro de Inmigración”, sobre todo al ligarla con los sucesos que día a día ocurren en el tránsito y estancia de los migrantes en el país.

Se va configurando muy rápidamente una crisis humanitaria, ante la cual urge que, así sea por primera vez, el presidente López Obrador atienda los reclamos y visiones de quienes acá viven, con todo y sus gobernantes, porque, además, el clima de violencia no cede, particularmente en Juárez, ahora fruto de la modalidad adoptada por los narcotraficantes, cuyos principales esfuerzos -sin dejar de lado los otros- están orientados mayormente al narcomenudeo y el fentanilo.

Tan diferentes, dicen ser los de ahora, respecto de los de antes, pero en los hechos ¡Ah cómo se parecen!

Po’s claro que hay diferencias, Calderón hizo la faramalla de atender los reclamos societarios, pero sólo eso. 

López Obrador ni eso, actúa de tal modo que ¡Ah cómo nos recuerda al entonces gobernador Pancho Barrio que, ante los reclamos de cientos de campesinos movilizados, les preguntó-increpó! -¿Para qué hacen protestas si ya estoy yo aquí?

Así ahora. 

¿Para qué protestar si la 4a. Transformación ya llegó?

*Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017 y 2022

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