domingo, 17 de mayo de 2015

Empleo, regreso al origen

Aserto No. 142, mayo de 2015
Luis Javier Valero Flores
A un año y medio del término de la actual administración estatal, y justamente al inicio del larguísimo proceso electoral -que incluye las elecciones federales en curso y las del próximo año, en que se renovarán todos los puestos de elección popular en la entidad-, el Gobernador Cesar Duarte insiste en resaltar los logros que, a su juicio, ha obtenido el gobierno bajo su dirección.
Lo hace bajo los ecos del anuncio de dos importantes inversiones que llegarán en el curso de los próximos meses a Chihuahua: La construcción de la planta cervecera Heineken en el municipio de Meoqui, con una inversión de alrededor de mil 300 millones de dólares; y la ampliación de la planta Ford en  la capital del estado por un monto ligeramente inferior.
Eso, y el incremento en el número de empleos (para llegar a la cifra, total, de 780 mil) las explica por la disminución, dice, de la inseguridad pública, aspecto que los ha llevado, sostuvo al finales de abril, a que el grupo criminal denominado el Cártel de Juárez” haya desaparecido en “un 100%” y que el “Cártel de Sinaloa” en “un 80%”, hechos que han atraído a los inversionistas privados, nacionales y extranjeros.
Desde el punto de vista económico, dos son los hechos que presumen quienes gobiernan Chihuahua: La obtención de más de 100 mil empleos en el gobierno actual y, como producto de lo anterior, que Chihuahua se colocara como la entidad lideresa en el abatimiento del empleo informal.
 Se trata, sin duda, de buenas noticias pero que evidencian, por otro lado, el agotamiento de un modelo que nos llevó, entre otros factores, a la situación por la que atravesamos, de fines del 2007 al 2011, y cuyas consecuencias abarcarán infinidad de años.
La actual administración estatal pregona, eufórica, el haber alcanzado diversas cifras en el mejoramiento de la situación económica de la entidad; ahora hablan del casi empleo total (existe un desempleo del 3.5%); del crecimiento sin igual en la generación de empleos, del abatimiento de la informalidad (Chihuahua ocupa, ya, el primer lugar nacional en ese rubro) y de real disminución de la inseguridad pública.
Ufanos, los actuales gobernantes presumen que en la presente administración se han generado 116 mil 585 empleos formales, 5 mil de ellos en enero de este año.
Del total de los empleos formales (785 mil 545 asegurados en el IMSS), el 50% se encuentran en Juárez, con lo que la entidad alcanzó el primer lugar por el menor porcentaje de empleos informales en el país.
Chihuahua tiene la “tasa más baja de desempleo de los últimos años, al ubicarse en 3.5%. La entidad pasó de ser el lugar 28 en empleo informal, al número 1 en formalidad”. (Nota de KARINA RODRÍGUEZ CHACÓN, El Heraldo de Chihuahua, 1/V/15).
No faltan a la verdad. Al cierre de abril la entidad contaba con alrededor de 785 mil empleos (todas las cifras están basadas en los reportes del IMSS), sin embargo, confrontadas con otras cifras lo que ahora vivimos, es como si  simplemente regresáramos al punto en que nos encontrábamos a fines del 2007.
De ese tamaño fue el conjunto de las crisis afrontadas por los chihuahuenses, la económica y la derivada de la crisis de seguridad pública.
Tener empleo no basta, la calidad de los salarios es fundamental. 
Da pavor, cerca de 7 de cada 10 trabajadores ubican sus ingresos entre uno y tres salarios mínimos, esto es, los que están en este extremo, que obtienen apenas un poco más de 6 mil pesos mensuales.

La producción de los “ninis”
Para ubicar tales realidades sirva de referente el hecho de que en el año 2000 existían en la entidad 710 mil empleos. En 15 años sólo se crearon 75 mil nuevos empleos.
Si el crecimiento de la población hubiese sido de alrededor del 2% anual, sin contar la inmigración, querría decir que, por lo menos, para mantener el nivel de ocupación de aquel año, al cierre de 2014, deberíamos contar con poco más de 920 mil empleos formales en Chihuahua, lo que nos deja con un déficit, respecto al crecimiento poblacional, de 135 mil empleos.
Por otra parte, si el crecimiento de las plazas laborales se hubiese dado con un crecimiento económico del 1% anual -y, por tanto, el número de empleos en esa magnitud- para mantener el porcentaje de ocupación, a fines de 2014 el estado de Chihuahua debería haber contado con poco más de 810 mil plazas laborales, lo que genera un déficit, con base en el crecimiento económico del 1%, de 25 mil empleos.
¿A dónde se fueron quienes no lo tuvieron?
Y tales cifras -la de las 785 mil plazas laborales- se generaron con un crecimiento económico del 5% en 2014, cuando el promedio nacional fue del 1%. El problema es que los nuevos empleos son semejantes a los perdidos, con niveles salariales de los más bajos del país y para los cuales no se requiere de mano de obra calificada.
Sin duda que la parálisis económica se explica, en parte, por el período sangriento 2007-2011, pero ya en los años previos la actividad económica de la entidad mostraba los graves problemas estructurales que padece, el principal de ellos la elevada dependencia de la industria maquiladora de exportación, a la que sólo le proveemos el 2% de los insumos y que genera, por tanto, el nulo crecimiento de la industria de transformación, sector que por su dinámica propia crea empleos mejor remunerados y verdadero desarrollo económico pues implica la producción de plusvalía y genera empleos infinitamente mejor remunerados.
La política económica aplicada a la entidad, en el período 2000-2014, -por supuesto, no diferente a la del resto del país- fue administraciones estatales emanadas del PRI (Patricio Martínez 1998-2004, Reyes Baeza 2004-2010 y César Duarte 2010-2014) y gobiernos federales emergidos del PAN, Vicente Fox y Felipe Calderón (2000-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2014) que en conjunto, vistos los datos anteriores no fueron capaces de generar un crecimiento, promedio, del 1% en lo que a generación de empleos se refiere.
Tales cifras se pueden explicar porque en 2014 la industria maquiladora creó la cifra récord de 27 mil 128 nuevos empleos en Juárez, para llegar a un total de 253 mil 433 trabajadores. (Nota de Berenice Gaytán, El Diario de Juárez,  10/I/15).
Pero tales cifras deberán contrastarse con las existentes en 2008, antes de la crisis, cuando la maquiladora daba empleo a 249 mil 837 personas, ¡Apenas 4 mil menos que 7 años después!
La evolución del crecimiento del empleo en el sector líder en la entidad, la industria maquiladora, se aprecia por su desarrollo en Juárez:
En tanto que en 2014 se crearon 27 mil 128. En 2013 fueron 12 mil 827; a su vez, en 2012 fueron 21 mil 129; en 2011, 4 mil 508, y en 2010 se crearon 11 mil 134. 
Pero en dos años -2008 y 2009- la industria maquiladora asentada en Juárez perdió la friolera de 68 mil 524 empleos -15 mil 887 en 2009 y 52 mil 637 en 2008-. (Ibídem).
Chihuahua cerró el año 2014 con el más bajo índice de desempleo en el país, apenas del 4%, lo cual quiere decir que se encuentran sin trabajo más de 68 mil chihuahuenses, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI):
“Del total de desempleados, el 16 por ciento, es decir, unos 11 mil 024 tienen instrucción superior; el 15% (10,335) estudios de medio superior; el 38% (26,182) secundaria; 29% (19,981) primaria y un 2 por ciento (1,378) no tenían instrucción. De acuerdo con las cifras del INEGI, el desempleo muestra un crecimiento del 5% para el segmento de personas con algún grado académico superior, entre el 2000 y 2014, ya que del total de desocupados, representaban, a principios de la década, el 11% y al cierre del año pasado eran el 16%”. (Nota de Manuel Quezada Barrón, El Diario de Chihuahua, 1/V/15).
La desocupación “ilustrada” se incrementó severamente entre los que cuentan con educación media superior, justamente el segmento al que fue dirigido el principal logro de la actual administración estatal. En tanto que en el año 2000 representaban el 3% de los desempleados, para el 2014 ya eran 15 de cada 100.

Salarios de tercer mundo
Pero si lo anterior nos lleva a no lanzar tan alegremente las campanas al vuelo, el tema del salario sí que es preocupante. Simplemente pareciera como si se hubiese hecho una pausa en el tiempo transcurrido entre el principio del siglo XXI y hoy.
“De acuerdo con datos del IMSS, de los 778 mil 514 empleados asegurados, el 65.2 por ciento perciben entre $68.28 y $204.8 pesos diarios, de uno a tres veces el salario mínimo general”. (Nota de Manuel Quezada Barrón, El Diario de Chihuahua, 1/V/15).
Si redondeamos las cifras, querrá decir que dos terceras partes de los 780 mil trabajadores con empleo formal perciben poco más de ¡6 mil pesos al mes!.
Nada menos que la cifra mágica, citada por el entonces Secretario de Hacienda de Felipe Calderón, Ernesto Cordero, quien afirmó que con tales ingresos se podían pagar las colegiaturas, la casa y hasta un vehículo.
A pesar de las voces empresariales, y no pocas gubernamentales, que sostienen la inexistencia de personas que devenguen el salario mínimo (68.28 pesos diarios), en el estado existen 17 mil 773 de esos trabajadores.
A su vez, poco más de 300 mil (310 mil 251) -es decir, 4 de cada 10 trabajadores- reciben dos salarios mínimos (136.56 pesos), esto es 4 mil 95 pesos mensuales, “y otros 186 mil 488, -casi la cuarta parte del total de empleados- la cantidad de $204.84 pesos diarios”, 6 mil 145 pesos. (Ibídem).
Dan escalofríos ¿Qué hace una familia con un ingreso mensual apenas superior a los 4 mil pesos?
¿Cómo quejarnos, luego, de la producción de sicarios a tempranas edades, cada vez menores? ¿Cómo asombrarnos que en lo más candente de la ola homicida hubo sicarios contratados por 500 pesos para participar en homicidios y masacres?
Y se habla de los valores de la familia ¿Cómo puede sobrevivir una familia con estos ingresos, más allá de la transmisión de valores cívicos, religiosos, éticos, etc?
En ese entorno, y dado el desastre existente ¿Se podría negar la bondad de las cifras hasta ahora alcanzadas en la actual administración estatal?
Por supuesto, no, pero arrastran un problema intrínseco pues estamos regresando -casi- al punto de partida de la peor crisis de seguridad pública, en la que jugaron un papel determinante lo ahora anotado y la calidad de los empleos y salarios es la misma que entonces.
La curva del incremento de la violencia -cuya peor manifestación fue la oleada homicida-, se dijo en distintos tonos y por los más variados protagonistas sociales y políticos, de un brutal incremento, tardaría años en descender.
Hoy lo estamos observando, pero uno de los factores que nos llevó hasta allá, y que generó la abundante “mano de obra”, barata y disponible para los grupos criminales, sobre todo en la frontera, fueron las enormes carencias sufridas por generaciones enteras, fruto de una política económica que genera empleos, pero muy mal remunerados y que, para generarlos y aprovechar la mano de obra, sobre todo la femenina, desmanteló toda una forma de vivir y desmadejó los modelos familiares, en aras de buscar un mayor ingreso familiar, a costa del abandono de niños y adolescentes.
Así se generó la llamada “generación de la maquila”. Por miles, niños y jóvenes abultaron las filas de las bandas criminales. También, así, por miles, cayeron, abatidos por las balas.
Sin esperanza, ni futuro; ni escuela, ni trabajo, ni familia, ni comprensión de la sociedad, inmersos en una sociedad de inmensas desigualdades y no menores carencias, decenas de miles de jóvenes a lo más que pueden aspirar es a una plaza de trabajo de las que se ofrecen en el “Estado Grande”.
No se puede continuar así, urge la elaboración de una política económica distinta, diametralmente, a la que hasta ahora hemos sufrido. Ese es el verdadero reto de los que gobiernen Chihuahua en adelante. 
Perdimos, casi, una década.
No sólo, en el terror homicida se nos fueron más de 25 mil jóvenes y más de 10 mil niños y adolescentes perdieron a su padre.

Por desgracia, parece, estamos reproduciendo las causas que nos llevaron hasta aquella tragedia.

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