domingo, 19 de noviembre de 2017

Los peligros del “buen fin”

Aserto. mx, 19 de noviembre de 2017
El episodio de las pantallas de Tv, a la venta en Soriana en 10.990 pesos (así fue anunciado, no 10,990) se ha convertido en la ocasión más emblemática para que una buena parte de las capas medias de la población chihuahuense devele los increíbles niveles de intolerancia, racismo, machismo, individualismo que posee.
¿Cuántas diferencias existen, entre la muchedumbre que acudió a la tienda Soriana a comprar esos aparatos en tal precio, y las que acuden, con el mismo ánimo consumista, a las tiendas en el Black Friday de los EU? ¿Sólo porque allá van a pagar en dólares? ¿O porque allá sí se ve bien ir a APROVECHAR las ofertas puestas en vigor por las más importantes empresas mercantiles del mundo?
Además de lo anterior, sorprende la doble moral de quienes criticaron -y son una aplastante mayoría en las redes sociales- a los que intentaron aprovechar una de las pocas oportunidades que tienen los “que menos tienen, menos saben y menos pueden” de acceder a uno de los “beneficios” tecnológicos de nuestra era.
En una sociedad en la que el cultivo del mercantilismo, el individualismo y el consumismo, así como el desprecio a los más pobres es lo prevaleciente, la construcción de una mentalidad distinta, contraria a eso, debiera ser tarea principal de los mexicanos de izquierda, para hacerle frente a las posturas chauvinistas, racistas (“Híjole, creí que eso había ocurrido en el sur”, “nacos, muertos de hambre”, “me dan vergüenza”, etc.).
Los que, además, se encuentran -nos encontramos- indefensos ante los abusos de las empresas monopólicas pues la supuesta defensora de los consumidores, la Profeco, en lugar de hacer valer su autoridad y darle la razón al cliente (“... siempre tiene la razón”), -de hecho así lo hizo con 8 clientes- y dar por terminada la oferta (lo cual pudo hacer la empresa en cualquier momento y no someter a sus clientes a la privación de la libertad durante largas 10 horas), al clausurar la tienda, sin resolver el problema, en los hechos dejó en la indefensión a quienes estaba obligada a defender.
No hay margen para la duda.
Si la empresa se equivocó, es su problema y el de sus funcionarios y empleados. Antes de abrir sus puertas, sobre todo en fechas tan especiales, en las que ponen en ofertas numerosas mercancías -muchas menos que la propaganda del “buen fin” nos hizo hacer creer- los precios aparecidos en cada artículo pasan por un buen número de controles para constatar que están marcados correctamente ¿Cuántos funcionarios de la empresa se equivocaron y no solamente el empleado a quien le ordenaron pintar, diseñar, pegar, etc. El precio en cada artículo?
Ante esa equivocación, la empresa debió actuar como lo hizo cerca de la medianoche del viernes, es decir, concediéndole la razón a sus clientes y no 10 horas después.
¿Porqué lo hizo? Para evitarse problemas legales los cuales eran más que evidentes después de los numerosos y graves ilícitos cometidos por los guardias de la empresaria, amén de sus funcionarios, entre los cuales se encuentra en primer lugar la privación ilegal de la libertad de decenas de personas.
Si estas no demandan a la empresa por ello, habremos perdido una inmejorable oportunidad para hacerle frente a los abusos de las empresas de supermercados cuando sorprenden a algunas personas robando mercancías y a las que someten a verdaderas sesiones de tortura.
En esas horas de disputa entre clientes en posesión de pantallas y empleados de Soriana queriéndoselas quitar se cometieron gravísimas violaciones a los derechos humanos, además de la comisión de varios delitos.
Durante horas les impidieron salir, acudir a los sanitarios; apagaron las luces durante larguísimos minutos; los guardias intentaron quitarles los aparatos, incluso violentamente; los cercaron. Los guardias no estaban, insisto, no estaban cumpliendo con sus obligaciones, incluso los soldados no están obligados a obedecer órdenes cuando éstas van en sentido contrario a las leyes (por ejemplo, que un superior le ordene disparar a una persona que va corriendo, huyendo de un retén, etc.).

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