domingo, 10 de julio de 2016

Apabullante

Aserto 155, junio 2016
-Todo le cambió -al grupo gobernante- en la larga noche del 5 de junio

Luis Javier Valero Flores
A partir de las 9 de la noche del 5 de junio la sorpresa iba haciendo presa de todos, hasta de quienes habían votado por los candidatos del PAN en la mayor parte de los municipios y distritos de Chihuahua.
Al darse a conocer las primeras cifras en el PREP, y poco después, los “cruces” (momentos en que uno ú otro candidato va adelante en los resultados y que conforme van llegando, de existir una fuerte competencia, se van alternando en la delantera) entre la votación del candidato del PAN, Javier Corral, y Enrique Serrano, del PRI y sus aliados, el PANAL, el Verde y el PT, hicieron vislumbrar la posibilidad de que así ocurriera durante toda la noche.
Los antecedentes de la jornada electoral así lo hacían prever. En esas primeras horas después del cierre de las casillas, la incertidumbre creció pues, los servidores del Instituto Estatal Electoral (IEE), ante la súbita y milenaria demanda, se paralizaron, no bajaban las cifras de las primeras casillas.
Las luces de alerta se encendieron con la intempestiva rueda de prensa ofrecida por Enrique Serrano a minutos del cierre de las casillas. Afirmó que las encuestas de salida le daban el triunfo. No era cierto.
Luego, alrededor de las 8.30 de la noche, Antena Tv transmitió imágenes de las oficinas del PRI estatal en las que se advertía que Serrano les agradecía a sus asistentes, pero muy pocos de los dirigentes partidarios y candidatos se encontraban al lado de él. Parecían las imágenes de un candidato y su equipo derrotados.
Los indicios eran muchos, se presagiaba que los resultados no eran tan favorables para el PRI, y los resultados del PREP ya no mostraban “cruces”
Para las 11 de la noche empezaba a asentarse la tendencia, tanto Corral, como Maru Campos, iban perfilándose como los triunfadores. Lo mismo ocurría en Juárez, el candidato independiente, Armando Cabada, se había instalado, ya, en la delantera.
Para entonces, la empresa Milenio (de la cual Televisa posee la mitad de ella) ya le había dado 6 puntos de ventaja a Corral en una encuesta de salida, 38-32, publicada pasadas las 9 de la noche.
Todo apuntaba, después de la 1 de la mañana, al triunfo del panista y la incertidumbre era saber la ventaja que obtendría. Se ubicaría finalmente en poco más de 9 puntos.
Sí, porque Javier Corral obtuvo 517 mil 18 votos (39.7%), Enrique Serrano 400 mil 515 (30.7%); además de que el candidato independiente, José Luis Barraza, obtuvo 242 mil 756 votos, equivalentes al 18.6% de la votación, en una elección a la que acudieron un millón 302 mil 890, que son el 49.28% del electorado de la entidad.
Javier Corral obtuvo 116 mil 503 votos más que Enrique Serrano Escobar y lo superó, además, en la votación obtenida en las dos principales urbes de Chihuahua.

El fantasma de la derrota cruzó al PRI en todo el país
Si hace seis años el discurso de toma de posesión de César Duarte tuvo como una de sus más emblemáticas frases la dirigida contra el gobernador saliente, José Reyes Baeza, -el poder es para poder y no, para no poder-, el del ahora gobernador electo, Javier Corral, también tuvo como frases centrales las dirigidas a César Duarte: “El poder es para servir” y la que, al momento de pedirle a sus simpatizantes, en el mitin de la “victoria” del viernes en la capital del estado; que no lo dejaran solo para “quitar al César lo que no es del César, y darle al pueblo lo que es del pueblo”.
Así selló su aplastante triunfo electoral del domingo 5 de junio, en la que es la peor derrota del PRI en la entidad y seguramente la peor de las 9 derrotas sufridas por el priismo, que sólo ganó 5 de las 14 elecciones celebradas en esa fecha.
El partido del presidente Peña Nieto sólo ganó en Hidalgo, Tlaxcala, Oaxaca, Sinaloa y Zacatecas. Además de las gubernaturas de Chihuahua, Durango, Tamaulipas, Puebla, Aguascalientes, Veracruz y Quintana Roo, perdió en las elecciones constituyentes de la Ciudad de México, en la que obtuvo el 9% de la votación y las de mitad de sexenio en Baja California (diputaciones y alcaldías).
Además, Morena, el partido de López Obrador, se colocó como segunda fuerza en Veracruz, Oaxaca y Zacatecas y, además, repitió como primera fuerza en la Ciudad de México.
Llaman la atención los resultados de Veracruz. Gana la gubernatura el PAN, pero Morena, además de quedar en segundo lugar, obtiene 15 diputaciones de mayoría relativa, por 12 del PAN y 3 del PRI.
En cuanto a las gubernaturas obtenidas por el PAN, en Durango, Quintana Roo y Veracruz, fueron obtenidas con base en la coalición con el PRD. Por otro lado, en Puebla, logró ganar encabezando una alianza con Nueva Alianza, PT, Compromiso por Puebla-Pacto Social de Integración Social.
Es decir, que el PAN, sin alianzas, sólo ganó las de Chihuahua, Aguascalientes y Tamaulipas. A lo que deberá agregarse el hecho de que los candidatos triunfadores del blanquiazul en Durango, Quintana Roo, Veracruz, fueron miembros del PRI. En los casos de José Rosas Aispuro, de Durango, y Miguel Angel Yunes, de Veracruz, lo fueron hasta  poco antes del 2009 y de Carlos Joaquín González, de Quintana Roo, hasta antes del presente proceso electoral, luego de abandonar al PRI, en protesta por las irregularidades de la designación del candidato.

Estrepitosa derrota en Chihuahua, histórica
Pero si la derrota del priismo es histórica en el país, la que recibió en Chihuahua supera todos los parámetros. Pierde la mayoría en el Congreso del Estado y, con excepción de cuatro municipios de mediana a menor población -Guerrero, Guadalupe y Calvo, Jiménez y Guachochi-, perdió todos los municipios con la mayor población de la entidad.
Por primera vez desde 1995, el PRI perdió la mayoría en el Congreso del Estado y el PAN rompe una continuidad gubernamental de 18 años.
Por si fuera poco, el candidato priista, Enrique Serrano, obtuvo la más baja votación que hubiesen obtenido los candidatos perdedores del PAN. Su votación (400 mil votos) sólo supera a la de Jesús Macías, en 1992, 335 mil sufragios, hace 24 años, los panistas perdedores en 1998, 2004 y 2010, habían obtenido cifras por encima de los 400 mil.
Además, y deberá valuarse bien el fenómeno, el candidato independiente, José Luis Barraza, obtuvo 242 mil votos. Fueron sufragios emitidos en contra del gobierno de Duarte y el PRI; debería considerarse, que abrumadoramente serían para el candidato panista, de no haberse presentado Barraza.
De ahí, entonces, que puede evaluarse de mejor manera el elevado voto de castigo al gobierno de César Duarte; no son pocos, sumados los votos de Corral, Barraza y los obtenidos por Javier Félix, de Morena, suman el 60% de la votación, si se acepta el criterio que éstos candidatos eran los de la verdadera oposición al PRI.
Rechazo tan contundente abarcó por igual a las dos grandes urbes chihuahuenses. Armando Cabada, candidato independiente, obtuvo, casi, la mitad de la votación (48%), nivel semejante al obtenido en Chihuahua por la panista Maru Campos (44%). Javier Corral obtendría la friolera de 190 mil votos en la capital del estado y ganaría, también, en el antiguo Paso del Norte.
El PRI quedó en segundo lugar de la votación, pero la población que gobernará en el ámbito municipal quedará muy por debajo, ya no de la del PAN, sino de la gobernada por los candidatos independientes -Armando Cabada en Juárez y Alfredo Lozoya en Parral- cercana a la mitad de la población del estado.
Así, los alcaldes panistas y los independientes gobernarán a alrededor del 85% de la población del estado y Armando Cabada a la mayor, el 42%.
El voto de castigo puede apreciarse mejor al analizar las votaciones por los candidatos del PRI en la capital. Mientras el candidato a la gubernatura, Enrique Serrano, obtenía en el PREP (con un promedio del 96% de las casillas computadas) 73 mil 200 votos, (por 180 mil 200 de Corral) la candidata a la alcaldía, Lucy Chavira, obtenía 89 mil 500 y la candidata del PAN, Maru Campos, 150 mil 300.
A su vez, los candidatos a diputados, del PRI, obtuvieron ligeramente más votos que Serrano, 74 mil, frente a los 82 mil 300 del candidato a síndico del PRI, Alfredo de la Torre.
La diferencia de 30 mil votos entre Campos y Corral la explica, además del voto cruzado de electores priistas a favor del candidato a gobernador, la irrupción del candidato independiente, Luis Enrique Terrazas, quien obtendría el 20% de la votación en la capital.

El Congreso, casi una incógnita
Además, con toda seguridad, el PRI puede quedarse, solamente, con 7 diputados, 6 de mayoría relativa y uno de representación proporcional, si ninguna de las 3 elecciones distritales más disputadas cambia de resultado, de acuerdo con los mostrados por el PREP. 
Pero si un distrito más le fuera adjudicado al PRI, entonces no tendría derecho a la plurinominal, lo que le abriría la puerta a la segunda diputada de Morena, que probablemente sería Leticia Ortega, de Juárez.
En caso de que así ocurriera, entonces el PAN se quedaría con 15 diputaciones, sin poder acceder, tampoco, a una plurinominal.
Y es que el PRI y el gobernador Duarte nunca pensaron en la posibilidad de perder las elecciones y aprobaron una ley electoral que les permitió concretar diversas candidaturas comunes en las elecciones distritales, pero en las que acordaron repartirse anticipadamente el 100% de los votos -para el reparto de diputados y prerrogativas- a los partidos aliados, en distintas proporciones en cada distrito.
De tal manera que si los resultados no cambiaran, el PRI obtendrá alrededor del 14 de la votación, razón por la que sólo puede acceder al 22% de los diputados del Congreso del Estado, lo que significan 7.2 diputados, es decir, no puede tener 8.
Cosa semejante le pasa al PAN. Obtuvo el 36% de los votos, y por la regla de la sobrerrepresentación, la de que no deben rebasar el 8% respecto de la obtenida, entonces el PAN sólo puede acceder al 44% de los diputados, es decir, no puede tener más de 14.52 diputados, pero como obtuvo 16 de mayoría, y ésos no se pueden quitar, entonces no accederá a las plurinominales.
Así, en la primera ronda accederían a diputaciones “pluris” todos los partidos, con excepción del PAN, y en la segunda ronda accederían al segundo diputado Panal, Verde y PT, y quedaría fuera Morena, a pesar de rebasar el 5% de la votación (obtuvo poco más del 7%).
Si el PRI ganara uno más, ya no tendría derecho al “pluri” y entraría la de Morena.
Así, se perfila, entonces, un Congreso sin mayoría. Bastará con que un legislador vote con la primera minoría, el PAN, para ganar las votaciones congresales.
Pero deberán obtener el concurso de diputados de varios partidos para aprobar reformas constitucionales o la aprobación de cosas por mayoría calificada.
Sin embargo, es probable que varios partidos y candidatos impugnen el acuerdo de candidaturas comunes del PRI y sus partidos, por lo que la composición definitiva del Poder Legislativo se resolverá hasta unos días antes de la toma de posesión ¡A fines de agosto!
Lo anterior es sólo una de las múltiples consecuencias del sonoro revés que la mayoría de los electores le dieron al partido y al grupo gobernantes en Chihuahua. A ello contribuyó, también, la baja calificación del gobierno de Enrique Peña Nieto.
De ser el partido omnipresente en Chihuahua, el PRI sólo podrá acceder al 14% de las prerrogativas económicas otorgadas por el IEE, lo mismo que en los tiempos en los medios electrónicos de comunicación; pierde los presupuestos municipales de Juárez, Chihuahua, Parral, Camargo, Ojinaga, Madera y Nuevo Casas Grandes, además de continuar gobernando, el PAN, en Cuauhtémoc y Delicias; además de la mayoría en el Congreso del Estado y sólo gobernará 30 municipios, los de menor presupuesto y población.
Es una derrota histórica para el PRI, era algo que ni los mejores analistas previeron en tal magnitud.
Corral colocó, desde el primer momento, en su campaña una imagen en los chihuahuenses, la de que, de llegar al gobierno, llevaría a la cárcel al gobernador Duarte. 
A lo largo de los primeros días una fue la insistente pregunta: ¿Sí lo meterá a la cárcel?
Se convirtió en el tema principal de la campaña y puede ser el hecho determinante del actual proceso electoral.
Realizar una exhaustiva investigación y elaborar una correcta carpeta de investigación para que la denuncia no ofrezca cabos sueltos, será una de sus principales responsabilidades.
No será un proceso exento de presiones y de los juegos del poder, de tal manera que la resolución jurídica, en cualquiera de los dos sentidos, la culpabilidad o la inocencia de César Duarte y los funcionarios involucrados, emitida por los dos niveles del Poder Judicial, deberá ser suficientemente contundente para ofrecerle a los chihuahuenses mayor confianza en el Poder Judicial.
Y ahí no deberán equivocarse los panistas y el nuevo grupo gobernante. El triunfo se los entregó la gente debido al rechazo generalizado al gobierno de César Duarte que creció de manera insospechada. 
Los signos eran visibles en el curso de la campaña y en los años previos. Pero los priistas obtuvieron un “falso positivo” en las elecciones del año anterior; nunca aceptaron, ni de lejos, la posibilidad de la aparición del voto de castigo, ni que las elecciones de diputados federales no concitaban interés alguno.
Los chihuahuenses se las cobraron de la peor manera, incluyendo una buena parte de los activistas priistas, y de muchos empleados de gobierno y maestros, que lo hicieron en sentido contrario al esperado por sus jefes.
El hartazgo inundó hasta las dependencias gubernamentales, sólo que fue un rechazo encubierto, sólo los activistas sociales, los militantes panistas, los de Morena y algunos ciudadanos lo hicieron patente, el resto de la sociedad se lo guardó y engañó a las empresas encuestadoras, a los equipos de gobierno metidos en las campañas, a las encuestas del partido gobernante, a todos.

Las encuestas, nuevamente en la picota
Son de escándalo las discrepancias entre las mediciones de las encuestadoras y la realidad electoral de Chihuahua. 
Podemos convenir en que sólo eran “retratos” del momento, pero vaya lejanía, el gran problema es que fueron concebidas y publicadas para actuar como instrumentos de propaganda. 
Bueno, pues ya ni para eso sirven.
Las encuestas, sobre todo la de Mitofsky en las preferencias de Juárez ¡Le dió 5% a Armando Cabada! Luego, Reforma, a unos cuantos días de las elecciones mostró empate a 39% entre Teto Murguía y Cabada ¡10 puntos menos al ganador y 15 puntos más al perdedor!
Ni como olvidar las de El Universal, que le daba 12 puntos de ventaja a Serrano a unos cuantos días de la elección, al igual que la de Reforma-El Diario, más mesurada, que le dió 7 puntos de ventaja al candidato del PRI.
Si a ambas les sumamos la diferencia a favor de Corral, nos encontraremos con equivocaciones de ¡21 puntos! en el caso del Universal y de 16 en el de Reforma, sólo para recordar las de mayor prestigio, de las empresas encuestadoras, o de los medios de comunicación que las publicaron.
Sin embargo, no deberán equivocarse los panistas, es una frase ampliamente  extendida en la población; no ganó el PAN, perdió el PRI; la llegada de Javier Corral no significa, de ninguna manera, como lo dijo Francisco Barrio en Chihuahua, en el primer acto de la victoria, celebrado en Chihuahua, el rescate de “la casa grande del terrible estado que han dejado tres gobiernos del PRI”.
No, no es el rescate para el PAN, o para los panistas. Una buena parte de los electores lo hizo de manera diferenciada y otros, muchos, marcaron el emblema del PAN en todas las boletas “para que no se vaya solo Corral”.
Muy probablemente, si otro hubiese sido el candidato del PAN, con un discurso menos crítico, sin los antecedentes opositores de Javier Corral, de congruencia y su indudable acercamiento a las posturas de centro-izquierda, a lo mejor no hubiese resultado igual; lo cierto es que las encuestas del PAN ubicaron, siempre, a Javier Corral como el que le podía ganar al candidato del PRI, por eso lo llamaron, después de que el ahora gobernador electo anunciara que no buscaría la candidatura.
Y para ganar ha debido recurrir al apoyo de decenas de miles de votantes de la izquierda, de decenas de miles de electores priistas, de muchos ciudadanos desencantados de los partidos y de miles y miles de chihuahuenses que optan, en cada elección, por uno ú otro candidato, de ahí la necesidad de que su gobierno vaya más allá de los límites, errores y deficiencias de su partido, porque también contra el PAN existe un gran desencanto.
No deberá olvidarlo.
Lo necesitará, porque el estado en que encontrará las finanzas estatales no será el óptimo, están en verdadera crisis. 
A ello se debe el intento de César Duarte por hacer que se aprobara un nuevo endeudamiento, por la vía del fideicomiso carretero (bursatilizando los remanentes para obtener un financiamiento de 3 mil millones de pesos) y la del financiamiento, también bursatilizado, de hasta el 25% de las participaciones federales, en el afán de recaudar alrededor de 6 mil millones de pesos para hacerle frente a la deuda de corto plazo del gobierno estatal, que debe liquidar antes de los 3 meses previos a la entrega de la administración, para dar cumplimiento a la ley de Disciplina Financiera, aprobada a principios del año, ya que existe un déficit de alrededor de 5 mil 800 millones de pesos.
El problema estriba, además, en que hasta el cierre de la presente edición no se había dado a conocer, por la actual administración estatal, el monto del adeudo con los proveedores del gobierno estatal y que, de acuerdo con Gustavo Madero, Coordinador del grupo nombrado por Javier Corral para discutir con el equipo de la Secretaría de Hacienda la viabilidad de esa iniciativa, existe una laguna jurídica en esa ley, que le permitiría al gobierno de Duarte heredarle al siguiente gobierno dicha deuda.
De la seguridad que el grupo gobernante tenía en el triunfo -y, por tanto, del profundo desconocimiento de la realidad y del inmenso rechazo del que goza- da cuenta el hecho que la iniciativa de tales financiamientos -que se convertirían en “compromisos financieros”, que en lenguaje técnico son endeudamientos- fue presentada ante el Congreso del Estado el viernes 3 de junio, dos días antes de las elecciones.
Estaban seguros de ganar y de que Serrano, sin objeciones, la aprobaría.

Todos les cambió en la larga noche -para ellos- del 5 de junio.

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