jueves, 18 de diciembre de 2014

Yerros continuos

Editorial, Aserto 137, Diciembre de 2014
Algo está ocurriendo al interior del equipo gobernante de Chihuahua. Pareciera, a momentos, que unos funcionarios están en contra de otros, o que unos tienen unas posturas y algunos de sus compañeros, las opuestas, o simplemente no comparten, ni las preocupaciones, ni las medidas a tomar en determinadas circunstancias.
En el curso de las últimas semanas van creciendo en número los hechos que dan cuenta de lo anterior.
Mención aparte merece el aparente desconocimiento de los límites legales de las acciones gubernamentales y de las reformas a proponer (con el agravante, en nuestra entidad, que las propuestas del Gobernador César Duarte están irremediablemente condenadas a ser aprobadas, dadas las condiciones de plena subordinación, ya no solamente los legisladores locales de su partido, sino los de prácticamente todos, con las excepciones circunstanciales de los integrantes del PAN) como la recientemente aprobada para el Poder Judicial.
Pero inmediatamente antes, el ya famoso episodio protagonizado por el Secretario de Gobierno, Raymundo Romero, al lanzar su muy conocida frase de -Pregúntale a Tachiqín, que denotaba una profunda molestia del segundo de a bordo de Palacio -por lo menos en el papel-; o el episodio protagonizado por el Auditor Superior del Estado, Jesús Manuel Esparza Flores, quien llegó a señalar que “por sus aspiraciones”, nadie podría buscar ser eximido de ser castigado por sus actos, en clarísima referencia al ex alcalde de Chihuahua, Marco Adán Quezada y que culminó apenas unos días atrás cuando el Pleno del Congreso le devolvió a la ASE el informe sobre la Auditoría Especial realizada al Aero Show 2013, en un más que evidente yerro legal.
Pero casi inmediatamente después, la renuncia de la diputada Teporaca Romera a la dirigencia estatal del organismo de mujeres del PRI, por la “misoginia” de su actual dirigencia y simultáneamente la del dirigente municipal del PRI, Fermín Ordóñez, que aún hoy no ha sido aclarada suficientemente.
Con esos antecedentes -a los que debemos sumar el ríspido incidente de la toma de Palacio por los barzonistas- la muy extraña jubilación simultánea de 8 magistrados y el desaseado proceso de elección de los 13 faltantes (para lo cual incluimos en la presente edición dos artículos -publicados en El Diario- con ese tema) en el que designaron a personas que no cumplían los requisitos constitucionales, y que ha llevado a la presentación de diversos amparos, con lo que la constitucionalidad de la ley y la legalidad de las designaciones pasará por la determinación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Aún faltaba el incidente más estridente de tan inexplicables jornadas.
El viernes 21 de noviembre, de manera sorpresiva, corrió el rumor de un muy anticipado término de los cursos escolares en los Colegios de Bachilleres, la Uach y la Uacj “debido a las condiciones climáticas” afirmaría un día después la autoridad educativa de la entidad, el ex director de Pensiones Civiles del Estado, Marcelo González Tachiquín, quien sustituyera, -a unos cuantos días de la presentación deI I Informe de la senadora Graciela Ortiz- a Pablo Espinoza, quien ha sido cercano colaborador de ésta durante muchos años.
Ausente cualquier amenaza climática, el grupo gobernante debió dar una y mil explicaciones, todas carentes de sustento, hasta llegar al extremo de sostener que sólo había sido una “sugerencia”, en medio de una de las más agudas etapas de críticas al gobierno de Duarte, no sólo en las redes sociales.
Y en éstas cundió la versión más socorrida: Lo hicieron para desactivar las protestas de los jóvenes con motivo de la desaparición y asesinato de los normalistas de Ayotzinapa, debido a la irritación provocada en el mandatario estatal la que realizaran en el desfile del 20 de noviembre.
Tales desaciertos vinieron a sumarse al estado de honda indignación en el país y que ha motivado una de las más grandes, extendidas y permanentes manifestaciones de protesta por los sucesos de Iguala, a grado tal que, además de la permanente exigencia porque aparezcan -vivos- los 43 normalistas, empieza a cundir en los sectores más radicalizados la demanda de la renuncia del Presidente Peña Nieto, debido a lo anterior y al descomunal desprestigio alcanzado por la “Casa Blanca”.

Aquí es cuando se evidencia la ausencia de los estadistas, de los hombres que hagan del acto de gobernar la consecuente satisfacción de las demandas sociales.

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