lunes, 5 de junio de 2017

Transición democrática postergada en Chihuahua

Disertación al Consejo Estatal de Morena-Chihuahua
21 de mayo de 2017
Aserto No. 164, Mayo 2017
Luis Javier Valero Flores
Dadas las condiciones políticas en las que se desarrollaba el proceso electoral del año pasado, desde la óptica de los militantes de Morena, el escribiente se equivocó al concluir que la opción democrática era la representada por Javier Corral y que Morena debía apoyarlo, en tanto que se requería impedir la continuidad del gobierno de César Duarte.
El analista se equivocó, pero el partido de López Obrador no, para sus fines, pues su estrategia política, basada en mantener una presencia nacional uniforme, sin aliarse con el PAN y más en concreto desestimar la candidatura del panista, lo dijo el tabasqueño a pesar del distanciamiento con el dirigente estatal fundador, Víctor Quintana, se debía a que se haría una alianza con los panistas.
Tal estrategia la mantuvieron a pesar del entorno contrario. El candidato a gobernador de Morena, cualquiera que hubiese sido, habría obtenido, más o menos votos que Javier Félix; la polarización en la elección a gobernador, presente en Chihuahua desde el lejano 1986 y ahora reforzada por la convicción ciudadana de impedir la continuidad del duartismo, en la persona del candidato del PRI, Enrique Serrano, llevó, nuevamente, a que los chihuahuenses, convencidos que solamente Javier Corral podía ganarle a los priistas, sólo atinaran a elegir entre PRI o PAN, como desde casi 3 décadas atrás.
Tal estrategia la mantuvieron a pesar de que una parte importante de la izquierda social y otra no menos del electorado de izquierda reforzaron la candidatura de Corral, lo que le dió a éste la posibilidad de aparecer como un candidato, en el mapa político, de centro izquierda, lo que hizo evidente al obtener el apoyo de destacados integrantes de la izquierda, como Cuauhtémoc Cárdenas y otros.
Morena apareció, así, como desfasado de los reclamos ciudadanos del momento político de Chihuahua. Se mantuvieron, quizá sostenidos por la tendencia nacional en su favor, que ahora es más notoria por la importancia política del EdoMex.
Javier Corral debe su triunfo sí, al rechazo popular al gobierno de César Duarte y al PRI, pero también a su postura antisistema.
El electorado le pagó bien tal conducta política; pero la base electoral del PAN no daba para tanto, menos con la sangría de la candidatura de Chacho Barraza, que le quitó numerosos votos de electores inconformes con el rumbo del panismo en los últimos años, no sólo en el ámbito local.
De ese modo, el triunfo de Corral se lo dieron los ciudadanos no identificados con partido alguno, los simpatizantes de la izquierda en lo general y los electores de Morena en particular. 
Es una paradoja, pero los electores de Morena contribuyeron con por lo menos el 6% de la votación alcanzada por Corral, que son algo más de 60 mil votos, que contrastados con la diferencia frente al candidato del PRI, Enrique Serrano -de alrededor de 100 mil votos- nos llevará a la conclusión que estos electores votaron por Corral al gobierno, pero por los candidatos de Morena a las diputaciones, alcaldías y sindicaturas, que obtuvieron un promedio del 8% de la votación, por el 2% de la votación alcanzada por Javier Félix, candidato morenista al gobierno de Chihuahua.
Y esa es la paradójica realidad -tanto para Corral, como para la dirigencia de Morena- el triunfo del panista se lo otorgaron, en buena medida, los simpatizantes de López Obrador.

Transición postergada
Por tanto, el compromiso de Corral con los electores del campo democrático y de izquierda era mayor que los cargos otorgados a algunos integrantes de la izquierda social que hoy los desempeñan; estaba obligado a mantener una agenda, una ruta y una imagen acorde a tal conglomerado de fuerzas y corrientes electorales que le dieron el triunfo e iniciar el camino de la transición democrática en Chihuahua, por medio de la integración, primero, de un gobierno que fuera exactamente de esas características, de transición y, por tanto, que las responsabilidades mayores no fueran acaparadas hegemónicamente por los emanados del PAN.
Hoy, eso es historia, la aparición de la pintura azul en las casetas de peaje, de todas las carreteras estatales o concesionadas por el gobierno federal, fue el primer indicio de que el panismo había tomado el control del gobierno estatal.
No es una exageración, ni que fuera una decisión tomada por encima del gobernador Corral; intentar que el pueblo de Chihuahua identifique el azul con su gobierno y su partido tiene una clara intención electoral, es patrimonialismo puro, es hacer exactamente lo mismo que sus antecesores priistas. Ahora todo es azul, la papelería, los edificios, las placas vehiculares, los letreros, todo, absolutamente todo.
Esa sería la primera gran conclusión, Javier Corral mostró, finalmente, que su principal veta es la concepción panista, que tenía posturas más o menos democráticas en algunos temas de importancia, especialmente en materia de telecomunicaciones, pero esencialmente ahí está un gobernante de la más pura cepa blanquiazul.
Para algunos es una auténtica sorpresa, durante años mostró facetas diametralmente distintas.
Así, salvo la estratégica Secretaría de Desarrollo Social, en manos del más experimentado (fue el responsable del personal del DF en el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas y luego jefe delegacional de la Gustavo Madero con López Obrador) de los funcionarios del gabinete estatal, Víctor Quintana, el resto de las posiciones más importantes del gobierno fueron entregadas al panismo, en muchos casos a los representantes de la ultraderecha, como la Secretaría de Hacienda, la de Educación, el Colegio de Bachilleres, la Dirección de Administración de la Secretaría de Hacienda, la coordinación del grupo parlamentario, la Secretaría del Trabajo, entre otros.
Eso ocurrió en los cargos del más alto nivel, pero en los mandos subsecuentes, el escándalo “familiar” se desató; el gobierno de Chihuahua fue asaltado por una pléyade de familiares del panismo, en lo que es la peor época en esta materia, y eso que los priistas lo hicieron exageradamente en el pasado.
El gobierno se convirtió en el botín del panismo. Es probable que la nómina de gobierno, en puestos de mando, sea superior a la de Duarte; con el agravante que ahora se cuentan por cientos los familiares de los funcionarios de los 3 primeros niveles de gobierno y los conflictos de interés están a la mano, si bien no han adquirido -en el monto de los recursos empleados- el nivel de lo acaecido en el sexenio de Duarte. 
Acaso el más estridente es el escenificado en el entorno de la Secretaria de la Función Pública, Rocío Stefany Olmos. 
Su marido, Ricardo Gándara, así como la mejor amiga de Olmos, que en ese momento ocupaba un cargo de segundo nivel en esa secretaría, pretendieron ser ungidos como consejeros del Ichitaip, era, ya, un evidente conflicto de interés. 
Al no ser designado como tal, la pretensión de colocar a Gándara en el Secretaría Técnica del Ichitaip originó la más sólida denuncia -efectuada por Rodolfo Leyva, a la sazón presidente del organismo- del intento de atropellamiento de la autonomía de las instituciones, que le costaría la defenestración de Rodolfo Leyva, para lo cual el grupo gobernante se sirvió de las consejeras heredadas por Duarte, las menos preparadas de todos los candidatos, y las más identificadas por el anterior grupo gobernante.
En ese tema y el del auditor, Corral actuó del mismo modo que sus antecesores priistas: Intentó colocar en esas posiciones a los incondicionales, en primer lugar para asegurar que la revisión de las cuentas públicas de Duarte la realice un hombre de sus confianzas ¿Y porqué no el tesorero de su campaña electoral, amigo de toda una vida y de su preceptor, Francisco Barrio?
Así, en uno de los ejes de la transición democrática, el de la división de poderes, estamos frente a una reedición de lo realizado por Duarte; cambian solamente los modos y los ritmos, pero el objetivo y resultados son los mismos, asumir el control de todo el aparato estatal, incluidas las universidades y los organismos autónomos y el ejercicio de sus respectivos presupuestos.

La relación con la sociedad civil
Si hubiese un rasgo que representara mejor la transición a la democracia -que no se circunscribe a la alternancia partidaria ni, por supuesto, a la simple realización de elecciones democráticas- esta es la relación del gobierno, de las esferas del poder formal, con la sociedad civil.
En este tema parecía, al inicio del gobierno, que los chihuahuenses podríamos dar un paso adelante en tan trascendental asunto, la participación en el gobierno de destacados activistas en la defensa de los derechos humanos, de los derechos de las mujeres, de activos dirigentes campesinos y sociales, así lo prefiguraba.
Hasta ahora todo parece ir en el sentido contrario de las aspiraciones. En las más ríspidas manifestaciones en contra del gasolinazo y de los cobros vehiculares, la actuación de quienes son funcionarios-activistas ha sido la de aparecer como los encargados de desactivarlas, quizá haciendo propuestas para solucionar algunos de los problemas, pero en lo general, al igual que el gobernador Corral, la apariencia es de que no han sabido actuar como gobernantes, pero sin abandonar el compromiso social, es decir, actuar con el sentido social de quien está en el gobierno, gracias a los movimientos sociales generados por los chihuahuenses y en los cuales ellos mismos fueron protagonistas de primera línea, de ahí los reclamos.
Tal postura hizo crisis en las protestas en contra del gasolinazo. Los activistas esperaban el acompañamiento de su gobernador, no el envío de granaderos para desactivar y enfrentar las manifestaciones. 
Con desilusión, los manifestantes, muchos de ellos activos promotores de la candidatura de Corral, incluidos ex dirigentes municipales panistas, entre ellos los de Camargo destacadamente, vieron a su gobernador más preocupado por los ingresos perdidos por la toma de casetas, que por la resolución del problema,  hasta el grado de insistir que el dinero perdido significaba menos hospitales, menos escuelas para los chihuahuenses, lo que era una gigantesca mentira pues los ingresos carreteros -la absoluta mayoría- están destinados a pagar la deuda del fideicomiso carretero.
Lo mismo ocurre ahora ante el agravamiento de la aparición de una cifra creciente de feminicidios; por ningún lado aparecen las activistas que hoy son gobernantes, listas a acompañar a los chihuahuenses víctimas de tal tragedia.
Los activistas del pasado no han sabido desdoblarse en los activistas vueltos gobernantes, tampoco lo supo hacer Corral en sus posturas frente a las manifestaciones por el gasolinazo o el cobro de derechos vehiculares recaudatorios. El colmo ocurrió cuando intentó se aprobaran, de nueva cuenta, las fotomultas, postura que se repite en el transporte urbano, particularmente el de la capital del estado, el que sigue igual, en el caos, tan deficiente como en la parte final del gobierno de Duarte.

Los medios de comunicación y la publicidad gubernamental
Este es otro de los grandes temas de la transición democrática, la actuación de cualquier gobernante en este retratará nítidamente su real postura frente a la verdadera transformación democrática del país y, por ende, de nuestra entidad.
Es de tal importancia, que lo abordaremos de manera especial en la próxima   edición, pero es obvio que le asiste la razón en uno de los aspectos en que más ha criticado el gobierno de Corral al de Duarte, el del salvaje gasto realizado en publicidad gubernamental, que tenía como objetivos el de ensalzar la figura de César Duarte y controlar lo publicado en la entidad.
Pero criticar lo realizado en el pasado requiere efectuar cosas contrarias a eso, y no repetir el esquema previo. No hay, ni siquiera, el anuncio de la elaboración de una iniciativa que regule la publicidad gubernamental y se siguen contratando los servicios de los medios de comunicación como antes, tal y como lo muestran los contratos realizados con Televisa. No hay transición, tampoco, en esta materia.

Las finanzas
Así mismo, la discrecionalidad en el ejercicio del gasto público es otro de los rasgos que gozan de continuidad, si bien de una manera más atenuada, así como el favorecimiento a los amigos y amigos de los amigos, lo que ha motivado frecuentes y numerosas denuncias de irregularidades en las licitaciones, de las pocas que hasta ahora se han realizado, en las operaciones que por sus montos era obligado efectuarlas y no se hicieron.
Ese no es el principal problema, la inmovilidad financiera generada por el monto de la deuda puede acrecentarse si los programas de austeridad anunciados por la administración estatal no se concretan en los montos anunciados al cierre del año anterior.
La deuda asciende a alrededor de 60 mil millones de pesos (mmdp). La contraída por Duarte es de 48 mmdp, incluidos los 6 mmdp solicitados en la parte final, pero deberán agregárseles los 2 mmdp de un crédito de corto plazo, y los cerca de 6 mmdp de adeudos a proveedores, así como los adeudos internos, esto es a los organismos autónomos como a Pensiones Civiles y la Junta Central de Agua y Saneamiento; más los 500 mdp adelantados por Peña Nieto el año anterior; los 1,200 mdp del adeudo a la CFE, generados por el demagógico anuncio del ex gobernador Duarte y el entonces Director de la paraestatal, Enrique Ochoa, del cambio de tarifa que fue la aplicación de un subsidio del gobierno de Duarte a los usuarios, en el intento de mejorar la imagen de los priistas; y, finalmente, el déficit presupuestal de este año, del orden de los 5 mmdp.
Frente a esa situación no hay anuncios espectaculares; no hay, ni iniciativa, ni creatividad, para afrontar el desastre financiero dejado por Duarte. La más grande obra anunciada peca de conflicto de interés, el estadio de futbol para Las Bravos de Juárez, propiedad de su Secretaria de Innovación Económica, Alejandra de la Vega.
Otro aspecto destacado del actual gobierno es la extrema frivolidad del gobernador Corral. Ejemplos sobran, desde la aparición de sus perros en Palacio de Gobierno, hasta sus frecuentes apariciones en los campos de golf en Chihuahua y fuera del estado.
Deberá actuar con los patrones que marcó en su etapa opositora, para lo cual, antes que achacar a los medios de comunicación la realización de supuestas campañas en su contra, “por no pagar lo que les pagaba Duarte”, tendrá que darle mesura a sus apariciones públicas y ubicarse como el gobernante de una de las entidades más difíciles de gobernar, que en cualquier momento los conflictos y situaciones críticas se pueden desatar, para lo cual se requiere de un gobernante que también aparente -no sólo que lo haga- estar pendiente de lo acaecido en Chihuahua a cada momento.

Seguridad pública
La inseguridad por la que ahora atravesamos es fruto de la inexperiencia -aparentemente- de quienes ahora gobiernan, pero fundamentalmente de la dinámica nacional e internacional de la actuación de las bandas del crimen organizado, además de la crisis de seguridad pública a nivel nacional. Chihuahua no puede escapar a eso, menos por su situación geográfica, pero frente a ello, el gobierno de Corral parece inerme, aún más que el de Reyes Baeza en la segunda mitad de ese sexenio, con la diferencia que entonces, en la práctica, el gobierno federal asumió la conducción de todos los órganos de seguridad pública. 
Así nos fue.
A juzgar por lo hecho hasta ahora, pareciera que el nombramiento del fiscal César Peniche fue un acuerdo con el presidente Peña Nieto. Peniche actuó como el delegado de la PGR en casi todo el período de la ola homicida 2008-2013, el problema es que dejó toda la estructura heredada por Duarte; ahí se encuentran, salvo dos o tres mandos, todos los que le sirvieron al ballezano.
Frente a este último, la diferencia es que en ese sexenio Chihuahua fue tomado por las fuerzas federales enviadas por Calderón con el objetivo de empoderar al Chapo Guzmán.
El resultado ahora es el incremento en prácticamente todos los delitos de alto impacto, con el añadido de que empezaron muy pronto los cometidos en contra integrantes de la élite chihuahuense, además del incremento de los feminicidios.
Frente a tal panorama ¿Qué debe hacer Morena en Chihuahua? Comprarse una manilla de catcher pues les van a caer los votos a raudales.
Pero tendrán una enorme responsabilidad: Designar buenos candidatos a todos los puestos de elección, en estas condiciones cualquiera de ellos puede ganar, en cualquier puesto.
Y donde quiera el clamor es el mismo. 
Voy a decirlo en el lenguaje coloquial chihuahuense: No reciclen políticos, Morena no tiene porqué cargar con el desprestigio de la clase política, tiene en sus filas hombres y mujeres de valía que pueden darle un cambio a la forma de hacer política en México. Ojalá que sean de izquierda, porque ese es el más importante de los retos de Morena, construir la hegemonía del pensamiento izquierda en el país, y eso sólo se logrará con posturas de izquierda que permeen en la población, no basta estar en contra de la mafia del poder, se necesita contar con una ruta crítica para la transformación radical del país.
No soy dado a señalar tan expresamente a alguno de los protagonistas políticos, pero el ejemplo es emblemático: El de Cruz Perez Cuéllar. No puede ser candidato de Morena, ni a regidor, así traiga los datos de que arrasa en todas las encuestas. No es cierto.
Morena se opuso a Corral de manera válida, en función de un proyecto político de izquierda, Pérez Cuéllar no, fue el instrumento de Duarte en la pasada campaña electoral y ahora aparece como el facilitador de la relación de Morena con uno de los impresentables de Duarte, Jaime Galván, el empresario favorito del ahora prófugo.
Ya le han costado a Morena serios contratiempos descuidar la designación de candidatos, como el de la diputada Eva Cadena, que recaudaba dinero de manera ilegal desde sus tiempos de regidora panista, y los aparecidos en otras entidades.
Está obligado a llevar a la función pública a mejores ciudadanos que los llegados al poder, postulados por el resto de los partidos. 
Por una razón, porque esgrime ser el partido de izquierda en México.

De ese tamaño es su reto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario