lunes, 27 de junio de 2016

Transición

MegaRadio 860, Juárez
27 de junio de 2016
Luis Javier Valero Flores
Los violentísimos hechos ocurridos la semana anterior en los alrededores de Palacio de Gobierno vinieron a develar algo que bien sabíamos: La elevada irritabilidad ciudadana, que se agravó, en el caso de los habitantes de la capital, por varios hechos extrañamente coincidentes.
Entre ellas la exigencia al respeto al resultado electoral (debido a la impugnación a la elección a gobernador, presentada por el PRI); el rechazo al “artificial” desabasto de combustibles; la exigencia del “respeto a los usuarios del transporte urbano”; la no destrucción de “evidencias de la corrupción duartista”; la acción penal en contra “de Duarte ¡Ya!” y el cese de la represión en Oaxaca.
No se necesitaba ser un gran previsor para saber que, ante tal cúmulo de molestias, la probabilidad dehechos violentos fuera muy elevada.
Y que, además, las provocaciones podrían ser extremadamente posibles.
¿Sacar a Duarte de Palacio de Gobierno?
¿A estas alturas, cuando una mayoría abrumadora de chihuahuenses ya lo determinó? ¿Y por la mejor de las vías, la político-electoral, la que no ofrece atenuante alguno?
¿Porqué no esperar a que, como es su obligación, haga la entrega del gobierno y tengamos, de parte de su equipo y de él mismo, el reporte pormenorizado de cómo entrega la administración y, a su vez, el informe de Javier Corral de cómo la recibe?
De una cosa no se ha dado cuenta el gobernador César Duarte. Que a partir de la noche del 5 de junio dejó de dirigir a la primera fuerza política del estado de Chihuahua. 
Esa es la nueva realidad de Chihuahua.
Puede seguir intentando, el gobernador Duarte, convencer a los chihuahuenses que su gestión fue exitosa en infinidad de rubros, pero el veredicto  de la mayoría de la sociedad es inapelable.
Para la construcción de ese veredicto societario jugó un papel determinante, la promesa central de Javier Corral: “Llevar a la cárcel a César Duarte”.
Esa promesa galvanizó, ahora lo sabemos, no sólo a la mayoría del electorado opositor, sino también a un sector del electorado priista, incluidos funcionarios menores y empleados gubernamentales.
Puede objetarse la oportunidad de la convocatoria a la manifestación del miércoles.
Pero de ninguna manera se les pueden señalar responsabilidades penales a los convocantes. A menos de que hubiesen participado directamente en los daños a Palacio o de lesionar a alguno de los policías, no se les puede achacar otra culpa; se les puede hacer responsables políticos de la convocatoria, pero eso no configura la comisión de delito alguno.
¿Que fueron graves los hechos? Sí, pero de ahí a acusar a varios de los detenidos de los delitos de sedición y motín es un verdadero exceso.
No, no buscaban “desestabilizar” a las instituciones del estado; no, estaban quebrando ventanas, vidrios y puertas y algunos de ellos no eran, como lo afirmara el mismo Jaime García Chávez, infiltrados, sino participantes de las manifestaciones y movilizaciones anteriores que mostraron de esa manera su rechazo al gobernador Duarte.
¿Qué está mal? Por supuesto, pero de ahí a señalarlos y castigarlos como si fueran los guerrilleros o terroristas que están subvirtiendo el orden constitucional hay un mundo de diferencia.
Y deberemos estar atentos a la recopilación de los elementos informativos que confirmen la versión de varios de los convocantes acerca de la participación de “infiltrados” en los hechos.
La mesura debería aparecer, sobre todo en quienes tienen a su cargo responsabilidades mayores.
Lo menos que pueden hacer es que el funcionamiento del gobierno se mantenga de manera estable en la transición, y guardarse todas las manifestaciones públicas beligerantes, sobre todo el mandatario saliente, por una razón, elemental, es el obligado a mantener la calma pues tiene a su mando, aún, toda la estructura gubernamental y, sobre todo, el aparato policiaco y de justicia.
Una vez pasados los acontecimientos y serenados los ánimos, debieran dar paso a lo más importante: La transición que la mayoría de los chihuahuenses dictaminaron se hiciera.

Es todo.

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