Teto, el encomendado
El Diario, 13 de diciembre de 2009
Encomienda: “Encargo que se hace a alguien de que haga alguna comisión o cuide de una persona o cosa”: Pequeño Larousse Ilustrado 2007.
Luis Javier Valero Flores
¿Cuáles fueron las razones que llevaron a Teto a buscar el apoyo público de dos de los más poderosos empresarios en el estado? ¿Qué le quisieron demostrar Federico de la Vega y Eloy Vallina a Reyes Baeza, a Beatriz Paredes, es decir, a quienes decidirán sobre quien recaerá la candidatura del PRI al Gobierno del Estado? ¿Que pueden lamentarlo si designan al equivocado y no los toman en cuenta?
Ni duda cabe. La celebración de sendos actos claramente proselitistas, convocados y costeados, uno, por el más poderoso distribuidor y vendedor de bebidas alcohólicas y cerveza en Juárez, y el otro por quien ahora aparece como el mayor propietario de tierras urbanas y suburbanas en la misma ciudad, tienen objetivos muy claros, precisos, imposibles de ocultar: Ambos pretenden decidir quién debe ser el futuro gobernante de Chihuahua.
Si hubiera un dato contundente que así lo demostrara, lo otorgó Freddy de la Vega en su discurso en la comida convocada por él, y celebrada el pasado 20 de noviembre, cuando a los ahí reunidos les comunicó que año y medio atrás le había pedido la renuncia al alcalde juarense Reyes Ferriz. Los argumentos los externó ahí mismo: Son una bola de inútiles, todos, del presidente municipal pa’ bajo.
Eso lo dijo el empresario que por casi 40 años tuvo el monopolio de la distribución de la cerveza Carta Blanca en Juárez y la mayoría de los permisos de cantina, y quien además posee las más grandes cadenas de tiendas de distribución de bebidas alcohólicas en el antiguo Paso del Norte.
Es decir, con tonos distintos, en la forma diferente, pero en los objetivos y las motivaciones, semejantes, influir en la designación de gobernantes para decidir en todo lo que les concierna directamente… y en todo lo demás, también.
No son hombres que se les atoren las palabras. Semanas atrás, al responder a las críticas de distintos sectores juarenses, con motivo de la justa indignación causada por el amparo solicitado, y a la postre obtenido, para no pagar el impuesto predial sobre la Ciudad Vallina, el empresario ahora convocante a comidas a favor de Murguía, respondió a sus opositores a través de un grosero y ensoberbecido ataque, no sólo a quienes se oponen a poner al servicio de los intereses de un solo hombre todos los recursos de Juárez, sino contra toda la población, la que, dijo, “está cooptada por unos cuantos de estos ejemplares de intelecto estrecho, espíritu pequeño y carentes de compromiso social, seudo líderes que se creen dueños de la ciudad y que no permiten que otros tengan sueños, ni que haya proyectos grandes, no extranjeros, que traigan a Juárez desarrollo y bienestar”.
Y le achacó a esa oposición el hecho de que no lleguen a Juárez inversiones “fijas importantes privadas”.
Todo porque se levantaron voces opositoras a continuar por el camino previo, el que le ha permitido contar con la construcción de una carretera, la que une a San Jerónimo-Santa Teresa con la carretera a Juárez, en el gobierno de Patricio Martínez quien, además, le expropió casi dos mil hectáreas (¡para construir vivienda, adujo, en un lugar a 15 kilómetros de la mancha urbana!) en lo que era, a todas luces, facilitarle al empresario el negocio pues si se construían viviendas había que llevar hasta allá todos los servicios públicos.
Al término del sexenio anterior, doce días antes del término del mandato de Patricio, su gobierno le entregó cuatro millones 676 mil dólares por la compra de 212 hectáreas. La compra se efectuó antes de la publicación de la anulación del decreto expropiatorio sobre las casi dos mil hectáreas expropiadas al principio de ese sexenio. ¿Cómo podía el Gobierno del Estado comprar unas tierras que formalmente aún estaban bajo su dominio? Negocio redondo.
Luego llegaría a la alcaldía su amigo, su encomendado de antes y ahora, Teto Murguía. Ferviente impulsor de su candidatura, obtendría que el cabildo encabezado por éste, aprobara el proyecto “San Jerónimo” y las administraciones de Murguía y la de Reyes Baeza invirtieron sumas millonarias en la conexión a Juárez de los servicios públicos, y lograran hasta la instalación de una planta maquiladora en esos terrenos, sin olvidar que ya para entonces, con la participación de una empresa constructora, propiedad de Carlos Slim, se iniciara la construcción de las obras hidráulicas sobre el complejo Conejos-Médanos.
Y, además, la construcción de la vialidad Camino Real, a cargo, por puritita coincidencia, de la empresa Yvasa, propiedad de Francisco Ibarra, dueño, a su vez, de los Indios de Juárez –equipo receptor de casi 100 millones de pesos del erario estatal- y entusiasta asistente a las dos comidas a favor de Teto Murguía, convocadas por Vallina y de la Vega.
Así, a los 140 millones de pesos gastados por el gobierno de Patricio Martínez en la construcción de la carretera Samalayuca-San Jerónimo, se le sumaron los 53 millones de pesos, costo de las 212 hectáreas, los mil millones empleados en la vía “Camino Real” (y que coincidentemente tocó con su trazo propiedades de Yvasa y del ex alcalde Murguía, quien dijo había vendido esa propiedad a su cuñado) y los 80 millones que se están invirtiendo en la construcción del bulevar fronterizo, que conectará a Jerónimo con Ciudad Juárez a través de la zona de Anapra.
Y todavía Vallina se quejó legalmente del cobro del impuesto predial. Los jueces le dieron la razón, no pagó un cinco por las cerca de 20 mil hectáreas en su poder, ni por las que aún no tienen equipamiento urbano, ni por las que ya lo tienen.
Tales son los impulsores de la candidatura de Héctor Murguía. Sorprende a cualquiera medianamente empapado de la política la ejecución de una estrategia con tales eventos públicos como lo más descollante. Hacerlo de tal modo lleva, casi de manera automática, a pensar en que, de alguna manera, intentan dar lo que podría equipararse, en términos políticos, a un golpe de estado, pues a su enorme poder económico intentan sumarle el poder generado por el gobernador del estado ¡Inaudito!
Discurso no les faltó. Eloy S. Vallina afirmó ser necesario “desterrar los vicios y el autoritarismo, la democracia fallida de los últimos nueve años, busquemos a la persona indicada para seguir con la prosperidad del Estado”, en lo que pretendió ser una especie de aderezamiento en la relación con el gobernador Reyes Baeza, pero que en otra parte del discurso hasta pudieran extraerse matices críticos en contra del mandatario pues al hablar en general de los gobernantes, dijo “Que pronto se les olvida a los gobernantes que deben dirigir y que su función es gobernar y no satanizar ni imponer caprichos”, agregaría en otra parte del discurso, en el que en ninguna ocasión aludió a su encomendado, Héctor Murguía, y al que, dijo, así al desgaire, aprovechó la comida organizada por él, “solo como un amigo”, a empresarios.
Pero en el aire quedó la duda si el evento fue lo exitoso que quisieran los organizadores pues al mismo si bien asistieron el empresario de la construcción, Rodolfo Martínez, Fredy de la Vega, el líder cetemista Jorge Doroteo Zapata, Carlos Murguía, los empresarios Ricardo Creel y Fernando Cuesta (Al final del evento llegó el zar del cemento, Federico Terrazas, pero sólo a saludar a Vallina). Junto a ellos, estaban los diputados locales, Manuela Colomo, Ricardo Espinoza Leyva, Jorge Gutiérrez Casas, Pedro Reaza, Jorge Neaves, Manuel Santiago Moreno, Héctor Arcelús, Gerardo Fierro Archuleta y el regidor capitalino Fernando Martínez Sosa. Y nadie más de la estructura del poder político.
Al argumentar las razones por las que optó por Murguía para la candidatura (sin dar nombres, sólo conceptos en abstracto, en ese lenguaje críptico usado por la clase política) Vallina sustentó su apuesta elogiando la gestión de Reyes Baeza -del mismo modo lo hizo el aspirante en su discurso y como días atrás lo había hecho, en una entrevista publicada en el otro matutino de la capital, el otro fuerte precandidato, César Duarte- y argumentando que se necesita alguien que le dé continuidad al actual gobierno, exhortó a buscar “a la persona para llevar a nuestro estado a este ciclo largo, qué caso tiene ganar una elección si no escogemos a un hombre que sepa gobernador”.
Po’s para eso los tenemos, a estos dos prohombres, pa’ que decidan quién nos deba gobernar. Del rumbo (y beneficios) del gobierno ya se encargarán ellos.
Encomienda: “Encargo que se hace a alguien de que haga alguna comisión o cuide de una persona o cosa”: Pequeño Larousse Ilustrado 2007.
Luis Javier Valero Flores
¿Cuáles fueron las razones que llevaron a Teto a buscar el apoyo público de dos de los más poderosos empresarios en el estado? ¿Qué le quisieron demostrar Federico de la Vega y Eloy Vallina a Reyes Baeza, a Beatriz Paredes, es decir, a quienes decidirán sobre quien recaerá la candidatura del PRI al Gobierno del Estado? ¿Que pueden lamentarlo si designan al equivocado y no los toman en cuenta?
Ni duda cabe. La celebración de sendos actos claramente proselitistas, convocados y costeados, uno, por el más poderoso distribuidor y vendedor de bebidas alcohólicas y cerveza en Juárez, y el otro por quien ahora aparece como el mayor propietario de tierras urbanas y suburbanas en la misma ciudad, tienen objetivos muy claros, precisos, imposibles de ocultar: Ambos pretenden decidir quién debe ser el futuro gobernante de Chihuahua.
Si hubiera un dato contundente que así lo demostrara, lo otorgó Freddy de la Vega en su discurso en la comida convocada por él, y celebrada el pasado 20 de noviembre, cuando a los ahí reunidos les comunicó que año y medio atrás le había pedido la renuncia al alcalde juarense Reyes Ferriz. Los argumentos los externó ahí mismo: Son una bola de inútiles, todos, del presidente municipal pa’ bajo.
Eso lo dijo el empresario que por casi 40 años tuvo el monopolio de la distribución de la cerveza Carta Blanca en Juárez y la mayoría de los permisos de cantina, y quien además posee las más grandes cadenas de tiendas de distribución de bebidas alcohólicas en el antiguo Paso del Norte.
Es decir, con tonos distintos, en la forma diferente, pero en los objetivos y las motivaciones, semejantes, influir en la designación de gobernantes para decidir en todo lo que les concierna directamente… y en todo lo demás, también.
No son hombres que se les atoren las palabras. Semanas atrás, al responder a las críticas de distintos sectores juarenses, con motivo de la justa indignación causada por el amparo solicitado, y a la postre obtenido, para no pagar el impuesto predial sobre la Ciudad Vallina, el empresario ahora convocante a comidas a favor de Murguía, respondió a sus opositores a través de un grosero y ensoberbecido ataque, no sólo a quienes se oponen a poner al servicio de los intereses de un solo hombre todos los recursos de Juárez, sino contra toda la población, la que, dijo, “está cooptada por unos cuantos de estos ejemplares de intelecto estrecho, espíritu pequeño y carentes de compromiso social, seudo líderes que se creen dueños de la ciudad y que no permiten que otros tengan sueños, ni que haya proyectos grandes, no extranjeros, que traigan a Juárez desarrollo y bienestar”.
Y le achacó a esa oposición el hecho de que no lleguen a Juárez inversiones “fijas importantes privadas”.
Todo porque se levantaron voces opositoras a continuar por el camino previo, el que le ha permitido contar con la construcción de una carretera, la que une a San Jerónimo-Santa Teresa con la carretera a Juárez, en el gobierno de Patricio Martínez quien, además, le expropió casi dos mil hectáreas (¡para construir vivienda, adujo, en un lugar a 15 kilómetros de la mancha urbana!) en lo que era, a todas luces, facilitarle al empresario el negocio pues si se construían viviendas había que llevar hasta allá todos los servicios públicos.
Al término del sexenio anterior, doce días antes del término del mandato de Patricio, su gobierno le entregó cuatro millones 676 mil dólares por la compra de 212 hectáreas. La compra se efectuó antes de la publicación de la anulación del decreto expropiatorio sobre las casi dos mil hectáreas expropiadas al principio de ese sexenio. ¿Cómo podía el Gobierno del Estado comprar unas tierras que formalmente aún estaban bajo su dominio? Negocio redondo.
Luego llegaría a la alcaldía su amigo, su encomendado de antes y ahora, Teto Murguía. Ferviente impulsor de su candidatura, obtendría que el cabildo encabezado por éste, aprobara el proyecto “San Jerónimo” y las administraciones de Murguía y la de Reyes Baeza invirtieron sumas millonarias en la conexión a Juárez de los servicios públicos, y lograran hasta la instalación de una planta maquiladora en esos terrenos, sin olvidar que ya para entonces, con la participación de una empresa constructora, propiedad de Carlos Slim, se iniciara la construcción de las obras hidráulicas sobre el complejo Conejos-Médanos.
Y, además, la construcción de la vialidad Camino Real, a cargo, por puritita coincidencia, de la empresa Yvasa, propiedad de Francisco Ibarra, dueño, a su vez, de los Indios de Juárez –equipo receptor de casi 100 millones de pesos del erario estatal- y entusiasta asistente a las dos comidas a favor de Teto Murguía, convocadas por Vallina y de la Vega.
Así, a los 140 millones de pesos gastados por el gobierno de Patricio Martínez en la construcción de la carretera Samalayuca-San Jerónimo, se le sumaron los 53 millones de pesos, costo de las 212 hectáreas, los mil millones empleados en la vía “Camino Real” (y que coincidentemente tocó con su trazo propiedades de Yvasa y del ex alcalde Murguía, quien dijo había vendido esa propiedad a su cuñado) y los 80 millones que se están invirtiendo en la construcción del bulevar fronterizo, que conectará a Jerónimo con Ciudad Juárez a través de la zona de Anapra.
Y todavía Vallina se quejó legalmente del cobro del impuesto predial. Los jueces le dieron la razón, no pagó un cinco por las cerca de 20 mil hectáreas en su poder, ni por las que aún no tienen equipamiento urbano, ni por las que ya lo tienen.
Tales son los impulsores de la candidatura de Héctor Murguía. Sorprende a cualquiera medianamente empapado de la política la ejecución de una estrategia con tales eventos públicos como lo más descollante. Hacerlo de tal modo lleva, casi de manera automática, a pensar en que, de alguna manera, intentan dar lo que podría equipararse, en términos políticos, a un golpe de estado, pues a su enorme poder económico intentan sumarle el poder generado por el gobernador del estado ¡Inaudito!
Discurso no les faltó. Eloy S. Vallina afirmó ser necesario “desterrar los vicios y el autoritarismo, la democracia fallida de los últimos nueve años, busquemos a la persona indicada para seguir con la prosperidad del Estado”, en lo que pretendió ser una especie de aderezamiento en la relación con el gobernador Reyes Baeza, pero que en otra parte del discurso hasta pudieran extraerse matices críticos en contra del mandatario pues al hablar en general de los gobernantes, dijo “Que pronto se les olvida a los gobernantes que deben dirigir y que su función es gobernar y no satanizar ni imponer caprichos”, agregaría en otra parte del discurso, en el que en ninguna ocasión aludió a su encomendado, Héctor Murguía, y al que, dijo, así al desgaire, aprovechó la comida organizada por él, “solo como un amigo”, a empresarios.
Pero en el aire quedó la duda si el evento fue lo exitoso que quisieran los organizadores pues al mismo si bien asistieron el empresario de la construcción, Rodolfo Martínez, Fredy de la Vega, el líder cetemista Jorge Doroteo Zapata, Carlos Murguía, los empresarios Ricardo Creel y Fernando Cuesta (Al final del evento llegó el zar del cemento, Federico Terrazas, pero sólo a saludar a Vallina). Junto a ellos, estaban los diputados locales, Manuela Colomo, Ricardo Espinoza Leyva, Jorge Gutiérrez Casas, Pedro Reaza, Jorge Neaves, Manuel Santiago Moreno, Héctor Arcelús, Gerardo Fierro Archuleta y el regidor capitalino Fernando Martínez Sosa. Y nadie más de la estructura del poder político.
Al argumentar las razones por las que optó por Murguía para la candidatura (sin dar nombres, sólo conceptos en abstracto, en ese lenguaje críptico usado por la clase política) Vallina sustentó su apuesta elogiando la gestión de Reyes Baeza -del mismo modo lo hizo el aspirante en su discurso y como días atrás lo había hecho, en una entrevista publicada en el otro matutino de la capital, el otro fuerte precandidato, César Duarte- y argumentando que se necesita alguien que le dé continuidad al actual gobierno, exhortó a buscar “a la persona para llevar a nuestro estado a este ciclo largo, qué caso tiene ganar una elección si no escogemos a un hombre que sepa gobernador”.
Po’s para eso los tenemos, a estos dos prohombres, pa’ que decidan quién nos deba gobernar. Del rumbo (y beneficios) del gobierno ya se encargarán ellos.
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