Populismo norteamericano

El Diario, 29 de diciembre de 2009
Luis Javier Valero Flores
El populismo ha sido tema polémico, lo fue sobre todo en la pasada campaña presidencial, traído a cuento fundamentalmente por Vicente Fox cuando acusaba frecuentemente a López Obrador de practicarlo, a partir de criticarle, por ejemplo, el otorgamiento de una pensión alimenticia mensual a los senectos, tema en el que fue acompañado por prácticamente todos los gobernantes, priistas y panistas.
Al paso del tiempo casi todos los gobiernos estatales copiaron el programa y hasta algunos gobernantes municipales también. Otro momento fue cuando el gobierno lopezobradorista le entregó a los padres de familia un bono de útiles escolares a todos los alumnos de primaria y secundaria de las instituciones oficiales.
Casi se desgañitaban porque el gobierno perredista de la capital del país les entregaba materiales escolares a todos los niños. ¡Populista! gritaban.
Luego, muchos se informarían que tal medida formaba parte de las medidas de gobiernos en absoluto populistas como el de Estados Unidos, Suecia, España, etc.
Y en la medida que se amplía nuestro conocimiento sobre las condiciones de vida de otros países, particularmente los del mundo desarrollado, que lo son no sólo por su potencia económica, sino por sus programas de contenido y de seguridad social, vamos fortaleciendo la percepción que en nuestro país, sin importar la alternancia partidaria, existe un régimen diseñado para favorecer a como dé lugar a los grandes intereses privados, con el fortalecimiento y enriquecimiento, sin medida, de una capa de la clases empresariales mexicanas, asociadas a los grandes capitales extranjeros.
México es Jauja para ellos.
Y el gobierno, fiel instrumento de su política, consistente en ganar dinero de todas las maneras posibles.
¿Por qué tanto rodeo?
A partir de la información ofrecida a sus lectores por El Diario-Juárez (Nota de Nancy González / Horacio Carrasco, 4/XII/09) intitulada “Cuesta gas natural aquí casi 2 veces más que en El Paso”, se pueden extraer conclusiones como las planteadas líneas arriba.
No sólo es el aspecto cuantitativo (que echa por tierra las promesas de campaña de los gobernantes panistas y descalifica duramente sus dichos para sustentar su decisión de incrementar permanentemente el costo de los combustibles y tarifas de los energéticos) sino otros aspectos, ocultos de primera intención en esa información y que devela las ventajas de vivir en el mundo desarrollado.
En primer lugar, los juarenses (y seguramente también los chihuahuenses de la capital) pagan “una tarifa que resulta 161.77 por ciento más cara que la aplicada en El Paso, a pesar de que aquí se consume el mismo combustible que es importado de Texas”.
Pero resulta que las empresas gaseras sólo cobran el combustible y el “El costo del servicio lo impone el Gobierno de la Ciudad, mientras que nosotros nos regimos por el costo del combustible en el mercado internacional: lo que nos cuesta a nosotros es lo que le facturamos al consumidor”, les diría un funcionario de El Paso.
Además, a los habitantes de esa localidad norteamericana “que han tenido el servicio de gas natural por 12 meses en El Paso” les facturan sólo el consumo promedio y así les calculan el pago a realizar al gobierno de la ciudad.
El consumo promedio se revisa cada seis meses y siempre de adecúa, en caso de haber cambiado y “que el consumo no se incremente considerablemente”.
Más todavía, de acuerdo con esta información, las tarifas sólo se pueden incrementar si efectivamente se elevaron los costos, todo bajo la supervisión de un órgano regulador que supervisa para evitar abusos.
Es decir, populismo puro.
Nada de eso, a pesar de todo, en el país líder ideológico de la libre empresa privan criterios fundacionales del Estado moderno, aquellos que enarbolaban la idea que la sociedad debería de beneficiarse de la buena administración de los bienes generados por ella misma, y eso, por supuesto que nada tiene que ver con el populismo.
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