"No se nos fue de las manos"
El Diario, 1 de diciembre de 2009
Luis Javier Valero Flores
Terco, a pesar de las innumerables evidencias en sentido contrario, Felipe Calderón insiste en presentar a su administración como exitosa o, en el peor de los casos, ante la gravedad de la situación, como la que tomó las medidas más adecuadas.
Al celebrar el tercer año de su administración, ese fue el hilo central de su discurso. Pese a la caída de nueve puntos en la economía, aseguró que el país “no se nos fue de las manos”. Y para demostrarlo, como si tal cosa necesitáramos los mexicanos, anunció que pugnará por “la reelección de legisladores”.
Aún cuando durante su administración el número de pobres se incrementó en seis millones de pobres más, insistente en el tono y carácter de sus discursos de los últimos meses, regañón, dictador de normas morales y hasta señalamientos sobre lo que considera equivocado de la actual legislación, Calderón se atrevió a afirmar que aún impera “el cálculo político, el dogma partidario” (Híjole), y como si fuera la razón de la errática forma de gobernar y de la profundidad de la crisis, así como de las erróneas medidas para combatirla, aseveró que “mientras nos perdamos una y otra vez en debates estériles, en críticas sin propuestas serias, en prejuicios, en tabúes, otros países nos seguirán rebasando”. ¿Será?
¿Qué tiene que ver la discusión, estéril o no (y además ¿Quién la califica?) con el paquetazo propuesto por Calderón, pletórico de medidas contrarias a la resolución de la crisis, tan malo que hasta un Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, se lo señaló?
No son las mismas frases, pero el contenido es el mismo. Conforme pasan los días, Calderón se parece cada vez más al Fox de la frase ¿Y yo por qué?
Todos los demás tienen la culpa de lo ahora acontecido en el país. Si es el narcotráfico, los culpables son los 70 años de gobiernos priistas; si se trata de la economía, “la crisis nos llegó de fuera”, repiten los funcionarios y los spots del gobierno federal; ahora son las discusiones “estériles” las culpables de que nos rebasen por la derecha, por la izquierda, por donde sea, otros países, en esa concepción economicista de estar, siempre, compitiendo con otras naciones.
Y si se trata de que no existe rendición de cuentas (de los funcionarios gubernamentales), es porque no existe la reelección (inmediata) de alcaldes y diputados ¡Valiente forma de pensar, todos son los responsables menos quien tiene en sus manos la conducción del país, ganada tan de mala y cuestionada manera!
Para ilustrar el tremendo fracaso de las dos administraciones federales panistas, ahí están los más de 30 mil millones de dólares salidos del país en los tres años del actual gobierno, que acumulados a los egresados en el gobierno de Fox, hacen la increíble suma de más de 50 mmdd. ¡Vaya país en el que los gobiernos impulsores del “bien común”, éste sólo existe para los archimillonarios!
Y en lo político también hace agua por todos lados. A la desaseada manera de designar dirigentes partidarios y candidatos, ahora, un grupo de senadores blanquiazules lo acusa de querer imponer a la presidencia, a la vieja usanza del priismo. Le pidieron que se dedique a gobernar y no quiera imponer candidato: “El dedazo o la regla sucesoria del viejo régimen ya no tienen cabida en las condiciones del país”. Más, le advirtieron que “imponer un sucesor no sólo no le toca, sino que no podrá”.
A tales voces críticas –en la forma de actuar desde el gobierno- se sumó la de la senadora Teresa Ortuño quien, lanzando sus dardos acusadores más bien al entorno local, en su informe acusó a algunos panistas en el poder de olvidar los principios de su partido. El boletín enviado a la prensa por su equipo, así lo refiere: “Al referirse al proceso electoral del 2010, (Teresa Ortuño) advirtió que los electores no distinguen entre los políticos panistas y los adversarios porque los nuestros aprendieron muy pronto sus malas prácticas”.
¡Y eso que el país no se les ha ido de las manos! La catástrofe, que nos advirtieron los empresarios impulsores de la candidatura de Calderón llegaría de ganar López Obrador, nos cayó, pero porque su candidato fue quien ostenta la banda presidencial.
Luis Javier Valero Flores
Terco, a pesar de las innumerables evidencias en sentido contrario, Felipe Calderón insiste en presentar a su administración como exitosa o, en el peor de los casos, ante la gravedad de la situación, como la que tomó las medidas más adecuadas.
Al celebrar el tercer año de su administración, ese fue el hilo central de su discurso. Pese a la caída de nueve puntos en la economía, aseguró que el país “no se nos fue de las manos”. Y para demostrarlo, como si tal cosa necesitáramos los mexicanos, anunció que pugnará por “la reelección de legisladores”.
Aún cuando durante su administración el número de pobres se incrementó en seis millones de pobres más, insistente en el tono y carácter de sus discursos de los últimos meses, regañón, dictador de normas morales y hasta señalamientos sobre lo que considera equivocado de la actual legislación, Calderón se atrevió a afirmar que aún impera “el cálculo político, el dogma partidario” (Híjole), y como si fuera la razón de la errática forma de gobernar y de la profundidad de la crisis, así como de las erróneas medidas para combatirla, aseveró que “mientras nos perdamos una y otra vez en debates estériles, en críticas sin propuestas serias, en prejuicios, en tabúes, otros países nos seguirán rebasando”. ¿Será?
¿Qué tiene que ver la discusión, estéril o no (y además ¿Quién la califica?) con el paquetazo propuesto por Calderón, pletórico de medidas contrarias a la resolución de la crisis, tan malo que hasta un Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, se lo señaló?
No son las mismas frases, pero el contenido es el mismo. Conforme pasan los días, Calderón se parece cada vez más al Fox de la frase ¿Y yo por qué?
Todos los demás tienen la culpa de lo ahora acontecido en el país. Si es el narcotráfico, los culpables son los 70 años de gobiernos priistas; si se trata de la economía, “la crisis nos llegó de fuera”, repiten los funcionarios y los spots del gobierno federal; ahora son las discusiones “estériles” las culpables de que nos rebasen por la derecha, por la izquierda, por donde sea, otros países, en esa concepción economicista de estar, siempre, compitiendo con otras naciones.
Y si se trata de que no existe rendición de cuentas (de los funcionarios gubernamentales), es porque no existe la reelección (inmediata) de alcaldes y diputados ¡Valiente forma de pensar, todos son los responsables menos quien tiene en sus manos la conducción del país, ganada tan de mala y cuestionada manera!
Para ilustrar el tremendo fracaso de las dos administraciones federales panistas, ahí están los más de 30 mil millones de dólares salidos del país en los tres años del actual gobierno, que acumulados a los egresados en el gobierno de Fox, hacen la increíble suma de más de 50 mmdd. ¡Vaya país en el que los gobiernos impulsores del “bien común”, éste sólo existe para los archimillonarios!
Y en lo político también hace agua por todos lados. A la desaseada manera de designar dirigentes partidarios y candidatos, ahora, un grupo de senadores blanquiazules lo acusa de querer imponer a la presidencia, a la vieja usanza del priismo. Le pidieron que se dedique a gobernar y no quiera imponer candidato: “El dedazo o la regla sucesoria del viejo régimen ya no tienen cabida en las condiciones del país”. Más, le advirtieron que “imponer un sucesor no sólo no le toca, sino que no podrá”.
A tales voces críticas –en la forma de actuar desde el gobierno- se sumó la de la senadora Teresa Ortuño quien, lanzando sus dardos acusadores más bien al entorno local, en su informe acusó a algunos panistas en el poder de olvidar los principios de su partido. El boletín enviado a la prensa por su equipo, así lo refiere: “Al referirse al proceso electoral del 2010, (Teresa Ortuño) advirtió que los electores no distinguen entre los políticos panistas y los adversarios porque los nuestros aprendieron muy pronto sus malas prácticas”.
¡Y eso que el país no se les ha ido de las manos! La catástrofe, que nos advirtieron los empresarios impulsores de la candidatura de Calderón llegaría de ganar López Obrador, nos cayó, pero porque su candidato fue quien ostenta la banda presidencial.
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