Confirmado, al viejo estilo
El Diario, 24 de diciembre de 2099
Luis Javier Valero Flores
La visita de la presidenta nacional priista, Beatriz Paredes, sirvió para muchas cosas, la mayor parte de ellas sólo para el consumo de los aspirantes a suceder a Reyes Baeza, y las fundamentales para éste último. Bueno, las privadas, las referentes a los tiempos y ritmos de la decisión del PRI en cuanto a la designación de su candidato al Gobierno del Estado, pero en cuanto al ámbito de lo público, por supuesto que dejó muy en claro una cosa: La designación del candidato a gobernador será con base en el viejo modelo, algo modificado pero esencialmente el mismo: Habrá designación –por la vía del dedazo múltiple o individual, por la realización de la convención y designación por aclamación, por la vía del registro de un solo candidato, o por la de la designación del candidato por parte del Comité Nacional (por supuesto previa consulta-decisión del gobernador Reyes Baeza) utilizando el argumento de que sería candidato de una alianza con el Panal o el Verde) pero esencialmente el hecho es que no habrá elección.
Por si hubiera dudas, la mismísima dirigente nacional desveló (a querer y no) cuales fueron las verdaderas razones de su visita a Chihuahua. Sus declaraciones lo dejaron muy en claro: “A veces las candidaturas no son la única opción; hay diversos espacios... A veces, también, cuando el tiempo lo permite, gentes que no participaron en una etapa participan en otra. Siempre hay una disposición de inclusión, esa es una característica del PRI, tener una actitud incluyente”, dijo la lideresa priista, y en esas cuantas frases retrató de cuerpo completo el esquema conceptual de la clase política priista.
Desmenucémoslo: Para los seis aspirantes, “las candidaturas no son la única opción; hay diversos espacios”. Esto es, si se designa a un candidato, éste les puede abrir a los otros aspirantes espacios en el gobierno, si ganan.
Luego, “cuando el tiempo lo permite, gentes que no participaron en una etapa participan en otra”. No se apresuren, ahí vienen las elecciones federales y los no beneficiados pueden aspirar a una diputación o la senaduría; o bien, están jóvenes muchachos y la siguiente puede ser la suya (Cano y Villalobos… perdón, no es que los otros sean viejos, pero, pues, pueden esperar más tiempo que el resto).
Y la culminación, el PRI es un partido incluyente, expresada por la presidenta, lo cual debería servir de garantía para los oyentes de tales frases que no quedarán al margen de la vida política de la entidad, es decir, del gobierno.
Total, no habrá elección y los delegados de la convención priista serán simples ratificadores, a mano alzada, o por la vía del registro de un solo precandidato, de la decisión tomada por la más alta dirigencia de su partido, que con estos mecanismos renueva los del pasado remoto, de cuando el presidente de la república era el PRIMER PRIISTA DEL PAÍS, así, con mayúsculas, y los problemas de la democracia estaban resueltos de antemano pues éste personaje la encarnaba directamente y sin cortapisas.
Ahora, fortalecida la presidenta a través de su continua y permanente presencia en la Cámara de Diputados, sin la carga de ser la coordinadora del Grupo Parlamentario, y por el carácter mismo de su investidura partidista alcanzó la mejor de las posiciones para negociar de tú a tú con los gobernadores priistas, quienes ahora tienen la batuta en sus manos en las entidades por ellos gobernadas y la posibilidad cercana (¡Oh sueño dorado de los gobernadores de antes!) de designar casi sin contratiempos a su sucesor.
Así, vencidos los resabios de quienes aspiraban a una elección abierta, la visita de la presidenta priista sólo vino a confirmar que el PRI, una vez superados los trances amargos de la era de la plena competencia electoral, ahora podrá repetir, y de mejor manera, los mismos viejos esquemas del pasado, es decir, repetir el máximo acto priista, el de su majestad, el dedazo, sea múltiple o individual.
Y lo malo del asunto es que dicho esquema tiene como característica única su obsesiva clonación, la misma que ahora todos los partidos la practican con singular alegría.
Pero, bueno, ojalá que el espíritu festivo de estas fechas nos alcance para superar tales avatares.
Correo electrónico: Aserto1@netscape.net
Blog: http://luisjaviervalero.blogspot.com
Luis Javier Valero Flores
La visita de la presidenta nacional priista, Beatriz Paredes, sirvió para muchas cosas, la mayor parte de ellas sólo para el consumo de los aspirantes a suceder a Reyes Baeza, y las fundamentales para éste último. Bueno, las privadas, las referentes a los tiempos y ritmos de la decisión del PRI en cuanto a la designación de su candidato al Gobierno del Estado, pero en cuanto al ámbito de lo público, por supuesto que dejó muy en claro una cosa: La designación del candidato a gobernador será con base en el viejo modelo, algo modificado pero esencialmente el mismo: Habrá designación –por la vía del dedazo múltiple o individual, por la realización de la convención y designación por aclamación, por la vía del registro de un solo candidato, o por la de la designación del candidato por parte del Comité Nacional (por supuesto previa consulta-decisión del gobernador Reyes Baeza) utilizando el argumento de que sería candidato de una alianza con el Panal o el Verde) pero esencialmente el hecho es que no habrá elección.
Por si hubiera dudas, la mismísima dirigente nacional desveló (a querer y no) cuales fueron las verdaderas razones de su visita a Chihuahua. Sus declaraciones lo dejaron muy en claro: “A veces las candidaturas no son la única opción; hay diversos espacios... A veces, también, cuando el tiempo lo permite, gentes que no participaron en una etapa participan en otra. Siempre hay una disposición de inclusión, esa es una característica del PRI, tener una actitud incluyente”, dijo la lideresa priista, y en esas cuantas frases retrató de cuerpo completo el esquema conceptual de la clase política priista.
Desmenucémoslo: Para los seis aspirantes, “las candidaturas no son la única opción; hay diversos espacios”. Esto es, si se designa a un candidato, éste les puede abrir a los otros aspirantes espacios en el gobierno, si ganan.
Luego, “cuando el tiempo lo permite, gentes que no participaron en una etapa participan en otra”. No se apresuren, ahí vienen las elecciones federales y los no beneficiados pueden aspirar a una diputación o la senaduría; o bien, están jóvenes muchachos y la siguiente puede ser la suya (Cano y Villalobos… perdón, no es que los otros sean viejos, pero, pues, pueden esperar más tiempo que el resto).
Y la culminación, el PRI es un partido incluyente, expresada por la presidenta, lo cual debería servir de garantía para los oyentes de tales frases que no quedarán al margen de la vida política de la entidad, es decir, del gobierno.
Total, no habrá elección y los delegados de la convención priista serán simples ratificadores, a mano alzada, o por la vía del registro de un solo precandidato, de la decisión tomada por la más alta dirigencia de su partido, que con estos mecanismos renueva los del pasado remoto, de cuando el presidente de la república era el PRIMER PRIISTA DEL PAÍS, así, con mayúsculas, y los problemas de la democracia estaban resueltos de antemano pues éste personaje la encarnaba directamente y sin cortapisas.
Ahora, fortalecida la presidenta a través de su continua y permanente presencia en la Cámara de Diputados, sin la carga de ser la coordinadora del Grupo Parlamentario, y por el carácter mismo de su investidura partidista alcanzó la mejor de las posiciones para negociar de tú a tú con los gobernadores priistas, quienes ahora tienen la batuta en sus manos en las entidades por ellos gobernadas y la posibilidad cercana (¡Oh sueño dorado de los gobernadores de antes!) de designar casi sin contratiempos a su sucesor.
Así, vencidos los resabios de quienes aspiraban a una elección abierta, la visita de la presidenta priista sólo vino a confirmar que el PRI, una vez superados los trances amargos de la era de la plena competencia electoral, ahora podrá repetir, y de mejor manera, los mismos viejos esquemas del pasado, es decir, repetir el máximo acto priista, el de su majestad, el dedazo, sea múltiple o individual.
Y lo malo del asunto es que dicho esquema tiene como característica única su obsesiva clonación, la misma que ahora todos los partidos la practican con singular alegría.
Pero, bueno, ojalá que el espíritu festivo de estas fechas nos alcance para superar tales avatares.
Correo electrónico: Aserto1@netscape.net
Blog: http://luisjaviervalero.blogspot.com
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