martes, 8 de octubre de 2013

Fatal responsabilidad

El Diario, 8 de octubre de 2013 Luis Javier Valero Flores La dolorosa tragedia ocurrida en el festival Extremo AeroShow debe llevarnos a profundas reflexiones, que mejoren nuestra cultura general en la celebración de actos públicos con asistencias masivas. Tal aprendizaje deberán –deberemos– hacerlo sociedad y gobierno. No basta con convocarlos y organizarlos para disfrute de las mayorías, la autoridad tiene una enorme responsabilidad en ello. Tiene la obligación de realizarlos bajo las más estrictas medidas de seguridad para todos y cada uno de los eventos, y atendiendo escrupulosamente sus variadas presentaciones. No hay lugar a equívocos. En el funesto accidente del sábado anterior son varios los responsables, de ninguna manera se puede aceptar el linchamiento al piloto Francisco Velázquez Samaniego, quien evidentemente tiene responsabilidad en los hechos, independientemente del volumen de alcohol que hayan detectado –que el gobernador César Duarte ha aceptado que no estaba ebrio, como inicialmente se dejó vislumbrar–, pero también, y de manera fundamental, el conjunto de autoridades responsables de la aprobación y vigilancia de los márgenes de seguridad del evento. La responsabilidad abarca a funcionarios de los dos niveles de autoridad, la estatal y la municipal, y en este último caso, quizá, a los más altos niveles. Las investigaciones habrán de fincar tales responsabilidades, pero para ello se requiere el total apego a la ley y el distanciamiento de las autoridades de actitudes que a los ojos de una sociedad dolida parecieran ir en el camino de deslindar de responsabilidades a los funcionarios gubernamentales. Sólo para ejemplificar en este sentido, ¿por qué razón son las mismas autoridades las que se encargan de filtrar o proporcionar, datos oficiales sobre el estado de salud o declaraciones del principal imputado del accidente, el piloto Velázquez Samaniego? El fondo es más lamentable aún. Ahora fluye la información acerca de las condiciones de seguridad establecidas para la celebración de este tipo de eventos, los que siempre se celebran en lugares en los que se puede establecer, o un muro de contención entre el escenario y las gradas, o que el plano de los asistentes al acto se encuentre en un nivel superior al de los vehículos. Conforme pasan las horas aparecen las informaciones acerca de las numerosas violaciones a las regulaciones de seguridad de este tipo de eventos, como la de que no existieron los controles remotos para detener el flujo de combustible, o de electricidad, o que simplemente detienen la marcha de esos vehículos, cuando se presentan condiciones imprevistas. ¿Qué autoridad fue la responsable de otorgar el permiso para la celebración del evento en esas condiciones? ¿Los responsables de las dependencias de protección civil y de seguridad pública, estatal y municipal, tienen el conocimiento necesario para evaluar adecuadamente las condiciones de seguridad de estos eventos? Aun en el supuesto de que el piloto hubiese ingerido unas cervezas, ¿quién estaba ahí para verificar lo adecuado de sus condiciones físicas? Y luego, la argumentación de que la gente “no se hizo para atrás”, como lo pedían los auxiliares. No se necesitan esas indicaciones cuando la autoridad y los organizadores establecen las medidas preventivas adecuadas. Y si las condiciones no eran las adecuadas, si era demasiada gente y una buena parte de ella había invadido el área del espectáculo, bastaba con suspenderlo. Después, las explicaciones de los empresarios acerca de que el accidente se presentó en un área que no era de riesgo, o que el piloto dio una vuelta no programada, caen por su propio peso. Supongamos que es cierta la versión de que el piloto se golpeó y que su ruta hubiese sido la programada, es decir, de frente a las gradas, ¿qué habría detenido al vehículo, con el acelerador hasta el fondo, si no existía un muro de contención y solo gradas llenas de gente? Más allá del desarrollo del proceso legal, es imperioso que peritos especializados en eventos de este tipo presenten a la sociedad chihuahuense un estudio acerca de las condiciones de seguridad. Quizá nos sirviera para el fincamiento, o no, de responsabilidades a las autoridades, y seguramente nos servirá para el futuro inmediato, para impedir la celebración de eventos en estas condiciones. Como siempre, no nos cansaremos de destacar el enorme espíritu de solidaridad de la gente y su extraordinaria actitud compasiva.

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