jueves, 21 de agosto de 2014

Julio, mes de las reformas regresivas

Editorial
Aserto No. 133, agosto 2014
El mes de julio pasará a la historia como el de las reformas regresivas. El bloque gobernante les llamará, les llama, las reformas estructurales. El régimen encabezado por Enrique Peña Nieto, avalado en prácticamente todo el paquete por el PAN, y parcialmente por el PRD, igualará, en la memoria histórica del pueblo de México, al de Carlos Salinas de Gortari; sus “logros” son semejantes en la trascendencia y en la profundidad del calado regresivo que sufrirá el país.
En tanto que Salinas de Gortari privatizó una buena parte de la economía nacional -al privatizar, en la práctica, entregar a precios de regalo, las más poderosas empresas de distintas áreas de la economía nacional- incluidas las tierras ejidales y comunales (que en realidad trastocó el viejo apotegma fruto de la Revolución Mexicana, consistente en que la nación mexicana era la propietaria de todo) a las que convirtió en una mercancía cualquiera, pues a partir de la reforma del artículo 27 constitucional esas tierras se podrían comprar o rentar de acuerdo con las leyes del mercado, y no cualquiera, sino el monopólico de hoy, prácticamente el único existente.
Si tales fueron los alcances de aquel gobierno, el de Peña Nieto se caracterizará como el de haber derogado el carácter estratégico de la industria energética, base del desarrollo económico nacional de casi todo el siglo XX. 
No sólo, decretó que la explotación petrolera y eléctrica, en adelante, serán  de interés público, lo cual quiere decir que al encontrar oposición de cualquiera de los actores -y fundamentalmente los sociales- el Estado mexicano, a través del gobierno en turno, podrá echar mano del arsenal jurídico a fin de entregar -en 10 días dice la ley secundaria- los terrenos en los cuales exista interés por desarrollar cualquier empresa (bueno, no cualquiera, sino, por ejemplo, la Exxon, la Shell o cualquier otra de ese talante) la industria energética a través de la expropiación.
En tal sinsentido, en el desquiciamiento (no le podemos llamar de otro modo) entreguista, incluyeron, de última hora, todo lo relacionado con la minería. De ese modo, la explotación petrolera, la eléctrica y la minera son ahora actividades de “interés público”, justamente ahora en que cambiaron la legislación para abrirlas totalmente a la inversión privada.
Pero tales reformas no podían ser aprobadas sin previamente aprobarse la referente a las telecomunicaciones (había que congraciarse con los poderes fácticos a fin de que el entorno mediático fuera el mejor para la aprobación de las reformas expoliadoras), reforma que los legisladores priistas, casi sin excepción, cacarearon incansablemente poniendo el énfasis en que a partir de ahora ya no nos cobrarán la larga distancia en las conversaciones telefónicas (en tanto en el mundo desarrollado la gratuidad del internet se va convirtiendo en la normalidad y, por tanto, la desaparición de la telefonía tradicional es cuestión de días) y que podremos migrar de compañía telefónica, en el servicio de teléfonos celulares, sin sanción alguna -Javier Corral le llama la reforma tarifaria a la aprobada por priistas y panistas- y sin reparar, para nada, en las profundas regresiones que implica la reforma de telecomunicaciones.
En esta edición, una entrevista efectuada al senador Javier Corral es, sin duda, la mejor descripción de tal regresión.
En cuanto a las reformas en materia de hidrocarburos y de la industria eléctrica ofrecemos algunos materiales. En la edición de septiembre abordaremos el fracking, el método preferente para la explotación del gas shale y que se convertirá en uno de los asuntos de más trascendencia y mayor polémica en Chihuahua, por ser considerado, nuestro territorio, uno de los que contiene mayores yacimientos de tal material.
Del mismo modo, en esta edición publicamos el controversial editorial del The New York Times en el que se pronunció por legalizar el uso, en todas sus modalidades, de la marihuana en todo el territorio de los Estados Unidos.
En los próximos números ofreceremos a nuestros lectores aspectos de tal polémica. Contra todo lo que se piense, nuestra entidad resentirá, en cualquiera de los dos sentidos, los resultados de este debate, indudablemente uno de los más importantes en el tema del tráfico de drogas en el mundo.

No, no fue como cualquier otro julio, lo lamentaremos.

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