domingo, 29 de mayo de 2011

Drogas: Los tiempos presupuestales

El Diario, 29 de mayo de 2011
Luis Javier Valero Flores
Nunca serán inútiles los esfuerzos encaminados a resolver la crítica situación por la que atravesamos, todas las iniciativas, de la sociedad, de manera individual u organizada y las de los órganos de gobierno deberán ser bienvenidas. Pero en la misma actitud con las que son recibidas, deberán, sus autores, poseer la necesaria tolerancia para aceptar las críticas y asumir la necesidad de establecer un profundo debate sobre ellas.
Por supuesto que las iniciativas procedentes de la sociedad prácticamente no son sometidas a discusión alguna, simplemente, como hasta ahora ha sido, quienes tienen una idea sobre el mejoramiento de algunos asuntos en particular pues, lo hacen, y ya.
Así hemos visto como en las ciudades más abatidas por la ola de violencia las iniciativas, los esfuerzos de distintos ciudadanos y de algunas iglesias, se ha encaminado a la atención a los adictos a las drogas, a la atención de grupos sociales en las colonias, a la instalación de centros de rehabilitación y de instrumentación de distintas dinámicas dirigidas a la reconstrucción del tejido social, como ahora pomposamente se denomina a esta tarea de regeneración social.
Los esfuerzos societarios han abarcado, como en el caso de Juárez, hasta la instrumentación de ayudas sicológicas a los familiares de las más de 7 mil víctimas, caídas de 2008 a la fecha. Los cálculos realizados ubican a un promedio de cinco familiares directos los afectados por la muerte violenta de una persona, y hasta en 15 los indirectos.
Del mismo modo, los familiares afectados en los casos de secuestros, extorsiones y robo de vehículos con violencia se calculan en los mismos números –incluso en las extorsiones y secuestros el círculo de afectados se agranda aún más- de tal modo que el número de personas afectadas de alguna manera –por lo menos en Juárez-, de manera directa puede rebasar a los 200 mil habitantes.
Cifras proporcionales deben ser consideradas en Chihuahua; las tasas de homicidios en ambas ciudades, el año pasado rebasaban los 200 por cada 100 mil habitantes en Juárez, y rondaban los 190 en Chihuahua.
Sirva, solo para anotarlo y para los efectos de esta reflexión, que en lo que va del año en Juárez la tasa se ubica en 72.46 ejecuciones por cada 100 mil habitantes, de acuerdo con las cifras citadas por Francisco Ortiz Bello (El Diario-Juárez, 28/V/11) de que hasta el 25 de mayo se habían presentado “942 asesinatos violentos, lo que nos da un promedio de 6.5 por día”.
Al mismo tiempo, el número de ejecuciones, en el mismo período en la ciudad de Chihuahua, se ubica en 255, hasta el 20 de mayo (Nota de Heriberto Barrientos, El Diario-Chihuahua, 28/V/11), con un promedio diario de 1.8, según el documento “Homicidios dolosos vinculados con el crimen organizado”, de la Fiscalía General del Estado, lo que implica que la tasa se coloca en 36.42 ejecuciones por cada 100 mil habitantes.
Así, de mantenerse estos promedios, al fin del año las tasas se ubicarán en 94.97 en la capital y en Juárez en 182, lo que representará, estas sí, una verdadera tendencia a la baja, pues Chihuahua presentó una tasa de 188 en 2010 y Juárez de 238, pero de ninguna manera un 60% menos, como lo presentaron Alejandro Poiré y Felipe Calderón en su última visita a Juárez.
Pero esos son los datos más escalofriantes de la tragedia vivida por cientos de miles de chihuahuenses, abundan los datos de otras consecuencias de la misma, y deberán anotarse algunas otras no cuantificadas, y que difícilmente lo serían, como, por ejemplo, el número de personas sometidas a distintos estadios de stress, o de las solicitantes de ayuda sicológica y hasta siquiátrica, o el estado de stress colectivo existente en varias de las principales ciudades de la entidad, y no pocas poblaciones menores, también sometidas a la violencia cotidiana, amén de las cuantiosas pérdidas económicas, o de las derivadas de la salida de Juárez de alrededor de 200 mil personas.
Si damos por cierta la coincidencia en la necesidad de rehacer el tejido social, que en realidad significa hacerle frente a todas las manifestaciones de desigualdad social y económica generadas por los gobiernos de las últimas cuatro décadas, importa detenerse en dos aspectos en los cuales todas las instancias de gobierno han sido omisas, en parte porque consideran que no forman parte del conjunto de problemas sociales a resolver y porque a uno de estos aspectos no lo ubican como un problema sensible a los efectos de la publicidad.
Tales aspectos, en los que han dejado a la sociedad prácticamente inerme, son el de la rehabilitación de las personas adictas a las drogas y el de la prevención en el consumo de drogas.
En ambos problemas la desatención del Estado es mayúscula, de la cual pocas evidencias existían hasta la aparición de las numerosas masacres acaecidas en distintos centros de rehabilitación en diversas ciudades en el país, destacando las sucedidas en Juárez y Chihuahua.
Y para qué abordar las inexistentes campañas de prevención a las adicciones. Las pocas acciones en ese sentido son absolutamente irregulares y de una escasa penetración social. Nadie podrá negar que los dos aspectos forman parte esencial, no solamente de la salud, sino también de la seguridad pública, concepción en la que poco abrevan nuestras autoridades; si se duda de lo anterior, nada más deberíamos detenernos en el poco menos de medio billón de pesos invertidos en las dependencias federales de seguridad pública, del 2007 a la fecha y los escasos recursos aplicados a rehabilitación y prevención de las drogas, en los cuales, ni siquiera hay un programa para asuntos tan importantes en el momento actual y que podrían considerarse como vitales para el futuro inmediato pues de la disminución de personas adictas a las drogas se pueden derivar, así sean de poca monta, la disminución de algunos delitos.
La argumentación, no podría ser de otro modo, es, dicen recurrentemente autoridades de todos los niveles, los escasos recursos disponibles. Para ello, la respuesta, no hay otra, es la profunda transformación de la estructura presupuestal, de los presupuestos de los tres niveles de gobierno, para lo cual, no hay, no se vale, pretextar que los otros (niveles, gobiernos, fuerzas políticas) no lo hacen, o porque no son de la competencia de ese nivel de gobierno; o se abordan de frente, y ya, con ingentes recursos aspectos tan sensibles de la problemática actual –por supuesto, chihuahuense- o seguiremos hundidos en la vorágine de la creciente violencia y descomposición social, ésta cada vez a niveles inimaginables.
Este es el momento para efectuar el cambio de concepciones de los gobernantes, de los planeadores económicos, de los funcionarios que para estas fechas empiezan a acopiar la información de los gastos a efectuar en 2012, que empiezan a planear las obras a realizar, los programas a desarrollar y los recursos a aplicar en ellos.
Las obras materiales, que tanto nos gustan a todos, gobernados y gobernantes, y sobre todo a éstos, porque se ven, porque hablan de la “magnífica” labor efectuada por fulano de tal cuando fue gobernador, alcalde, presidente de la república pudiera que necesitáramos hacer un paréntesis, una pausa y enfilar cuantiosos recursos a los rubros mencionados.
Es el momento de hacer un alto e iniciar la reestructuración del presupuesto para que se incluyan ambiciosos programas de rehabilitación y persistentes y profundas campañas de prevención a las drogas. Sobre todo en la rehabilitación, no se puede continuar solamente ayudando a las iniciativas de la sociedad, o vigilando que funcionen bien los centros de rehabilitación e impedir que se cometan irregularidades en ellos, pero no comprometiéndose en la aplicación de un programa general de rehabilitación, con toda la infraestructura que necesitaría un problema de tal magnitud.
La rehabilitación de los adictos a las drogas, señores, es un problema de salud pública y como tal, el Estado, -los gobiernos de todos los niveles- es quien tiene la principal responsabilidad para asumirla, dejarlo para después, o para el partido de enfrente, es permitir que cada vez nos enfilemos al abismo, por ello, reestructurar desde ahora el presupuesto es algo que la sociedad agradecerá.
Correo electrónico: asertodechihuahua@yahoo.com.mx
Blog: http://luisjaviervalero.blogspot.com

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